La mayoría de imperios han nacido con sangre, y Dazeta no fue una excepción. Cuando los hombres salieron al espacio lo hicieron divididos. Las lunas y planetas del sistema de Dazeta se convirtieron en platos codiciados por las distintas naciones del planeta. Las guerras eran frecuentes, las batallas incesantes.

Fue entonces cuando se produjo el ataque de los dolrekianos, su aparición en el año 87 a.U hizo tambalear los cimientos de la civilización dazetiana. Seres de otras estrellas habían irrumpido en medio de la guerra para destruir y conquistar. Los ejércitos de todas las naciones se unieron bajo una misma bandera, la de la libertad, y durante décadas combatieron al invasor hasta obtener la victoria.

Y una vez todo hubo acabado, pareció que los lazos forjados debían disolverse. Los restos de la guerra eran un plato suculento para las distintas naciones, la tecnología alienígena y las bases abandonadas serían el nuevo campo de batalla. La tercera guerra solar estalló en el año 8 a.U, pero duro poco. Los lazos forjados entre combatientes eran demasiado fuertes para ser rompidos. La revolución estalló, el pueblo se sublevó contra sus señores y juntos forjaron una única nación, Dazeta.

Acabada la revuelta en el año 0, el líder más carismático del bando sublevado, Dartha, se convirtió en gobernador. Ahora, con todos los pueblos bajo una única bandera, parecía que las guerras entre hermanos al fin serian cosa del pasado. Y, no obstante, el hombre siempre ha sido una especie belicosa. Dartha se acomodó y temió perder el poder. Veía conspiraciones en cada sombra, y asesinos tras cada esquina, y poco a poco su noble corazón se retorció. Traicionó a los suyos e inició grandes purgas. Paradójicamente fue él mismo, con su obsesión, quien acabo por condenarlo. Sus files le dieron la espalda, y fundaron las tres grandes ordenes militares; los Víboras Espaciales, los Guerreros del Acero y las Sombras de Dazeta.

Una revolución estalló de nuevo tras solo 5 años de mandato. Dartha se defendió, y cuando vio que todo estaba perdido contrató a mercenarios alienígenas. Aquello le ayudo a seguir un tiempo en el poder, pero no demasiado. Kruger-Ross, fundador de los víboras, le atravesó el pecho con su espada, dando con aquel acto en el año 25 d.U fin a la tiranía.

Tras la victoria las tres ordenes se sentaron y fundaron el consejo de Dazeta, un órgano pensado para gobernar el planeta y evitar las guerras entre Dazetianos. El primer acuerdo del consejo fue atacar a los Dolrequianos, temeroso de que decidieran invadir de nuevo su sistema. El pequeño imperio alienígena fue arrasado y su población exterminada en venganza de las afrentas pasadas. El imperio de Dazeta nació de sus cenizas.

Parecía que al fin Dazeta estaba unida, pero faltaba una ultima guerra. Las Sombras pedían perdón y piedad para los alienígenas. Creían que la mejor forma de progresar era tratándolos como iguales, no conquistándolos sino forjando alianzas para avanzar juntos por el peligroso universo. Los Víboras Espaciales y los Guerreros del Acero no pensaban igual, y cuando Zengbener contrajo matrimonio con una alienígena para forjar una alianza entre su pueblo y el incipiente imperio, decidieron no tolerar más aquella actitud.

Víboras y Señores del Acero se unieron en el año 34 d.U para enfrentarse a sus hermanos, y tras una corta guerra obtuvieron la victoria. Las Sombras siguieron el camino del exilio, mientras sus antiguos camaradas se sentaban de nuevo en el concilio de Dazeta.

No obstante, sin el contrapeso de las sombras, la tensión entre ambas ordenes aumentaba cada día. Sus líderes querían el poder para ellos solos. Pero no se atrevían a atacar, otra guerra amenazaba con acabar con lo que con tanto esfuerzo habían logrado, el imperio.

Por ello se acordó en el tratado acero-espacial que durante diez años ambas ordenes surcarían el espacio para aumentar la gloria de su nación, y tras ellos quien consiguiera los mayores logros gobernaría los siguientes diez años hasta que el periodo de gestas empezara de nuevo.

Con este sistema ambas ordenes pudieron convivir, mientras el imperio avanzaba a pasos agigantados gracias a sus esfuerzos. El hombre había demostrado ser un combatiente nato, y nación tras nación cayeron bajo su puño. Hasta que en el año 3,312 d. U llegó Olduten…