No me escribas cartas de amor en el siglo XXI
En7 agosto, 2020 | 0 comentarios | Mis entradas |

¿Es posible en el nuevo milenio comunicarse solo por misivas?

Os habéis preguntado alguna vez si es posible que en pleno siglo XXI dos personas puedan usar como único medio para comunicarse, para conocerse e incluso para llegar a enamorarse,  cartas enviadas a través del e-mail.

 

Vivimos en el siglo de la inmediatez, de lo rápido, de lo accesible con tan solo, con algo tan simple y sencillo como un chasquido de dedos tenemos todo casi al instante. Si no es así perdemos la necesidad, la curiosidad, las ganas de tenerlo, de probarlo. No queremos perder el tiempo con nadie, ni con nada.

 

He conocido durante el confinamiento a dos personas que durante dos meses han estado escribiéndose cartas para comunicarse, conocerse y para quizás, solo en el caso de ella, para enamorarse.

Según Helen Fisher https://es.wikipedia.org/wiki/Helen_Fisher

antropóloga y bióloga estadounidense. Investigadora del comportamiento humano en la Universidad Rutgers, ha estudiado el amor romántico desde un punto de vista científico durante aproximadamente 30 años. Os dejo el enlace de uno de su vídeos: https://www.ted.com/talks/helen_fisher_tells_us_why_we_love_cheat/transcript?language=es.

 

Me encanta esta mujer. La descubrí en uno de los documentales dedicados al amor, dentro la serie de documentales que ha realizado Mercedes Milá, y desde entonces la sigo. El amor es un tema que me ha interesado siempre, así como todo lo que sucede en las relaciones de pareja.

 

Nos dice Helen Fisher que, al menos en Estados Unidos, el cuarenta por ciento de la población usa las redes de contactos para encontrar pareja y finalmente lo consigue. La mayoría de ellos con éxito y me refiero al amor duradero. Pero bueno, este es otro tema, para tratarlo en otro post. Esto es un hecho consumado, la forma de relacionarse y de encontrar el amor en el siglo XXI ha cambiado radicalmente nuestras vidas y las relaciones de pareja.

Calblanque

La cuestión es que estas dos personas, a las que llamaré Edna y Adan, se conocieron en una web de contactos y al cabo de quince días comenzaron a escribirse a través de emails, abandonando a ciencia cierta en el caso de ella, la web de contactos, para centrarse en conocerle solamente a él.

 

Ambos amantes de la escritura, la literatura, de los libros, de la historia, del mar, de la navegación, con muchas otras afinidades en común. Les llevó casi sin querer, sin darse casi cuenta, a escribirse cartas de amor al estilo del siglo XX: cuando las cartas eran literatura.

 

La distancia entre Madrid y una capital de país europeo, que prefiero no nombrar, no impidió que comenzaran a abrir sus corazones de par en par, sin miedos, sin temor a que el otro viera su lado vulnerable. La cercanía se palpaba.

 

Mi amiga Edna, gran amante de la poesía, inspirada por todas las palabras cálidas, tiernas, directas, sinceras, de amor, de placeres, de esperanzas e ilusiones, comenzó a escribir poesías a su presunto amado, donde la inspiración que él le proporcionaba era brutal.

La magia surgió. A pesar de que él no había nacido para la poesía, le brotaron las musas, dedicándola algunas muy bellas. Incluso llegaron a escribir un poema juntos, intercalando versos. ¿Existe algo más romántico en el mundo?

 

Comenzaron a hacerse adictos a la misma fascinación que suponía la espera de una carta en papel. El vuelco que te da el corazón cuando compruebas que ha llegado correspondencia de esa persona especial, en esta ocasión en forma de  email. La misma emoción al abrirlo.

 

Vosotros hubierais podido esperar y solo comunicaros por cartas, en forma de email, hasta el instante de conocer a vuestro enamorado y nada más. Ni un mensaje de whatssap, ni una llamada, ni un sms. Nada.

 

Todo se fue al traste cuando en una carta Edna le dejó sus teléfonos. Le dijo que había llegado el momento de hacerse al menos una llamada, ya que la llegada de él a España podía estar muy cercana. Esto despertó en Adan, el fantasma de lo que sucede en las demás parejas cuando hay malos entendidos a través de los mensajes de whatssup. Dió por entendido que a partir de ese momento se iban a seguir conociendo por los demás medios de comunicación que usamos todos a diario.

 

Ella se moría de ganas de escuchar su voz, por conocerle. Tras la remisión del Covid-19, se habían abierto de nuevo las fronteras europeas, ya se podía viajar de nuevo en avión y Edna imaginó que podría venir a España en cualquier momento, de ahí la propuesta.

Vivir una relación idílica es lo mejor que nos puede pasar, pero no lo más real. ¿Qué puede ser más real? Vivir en una relación perfecta, pero con los pies en el suelo, o vivir en la nube del amor y solo pisar el suelo para lo cotidiano.

Qué hubieras elegido si vives una situación similar, el mundo idealizado que habían creado, único y excepcional, solo para ellos dos o las relaciones convencionales, donde muchos mensajes se envían por obligación y/o justificación.

 

Había un obstáculo: no querer salir del mundo de fantasía, ilusión, de magia, de la relación perfecta, cálida, humana, de belleza sin igual que habían creado, casi sin darse cuenta.

 

Tal vez, Adan siempre quiso desde el principio que su relación solo fuera epistolar, literaria y nada más. Tal vez, el error fue de ella al proponer una llamada de teléfono y no confiar en que sin esa llamada, todo podía salir bien.

De pronto el siglo XX en el que habían vivido su historia de amor se desvaneció. El siglo del amor romántico que habían sentido en primera persona, como ambos se reconocieron, de máximo apogeo de la comunicación por cartas: literalmente murió para ellos. La comunicación por carta también crea malos entendidos, por eso la verbal es complementaria y necesaria para entenderse bien.

 

Nunca se han escrito tantas cartas a lo largo de la historia como en el siglo pasado. Fue mencionar por parte de ella, los mensajes de whatsapp, destrozar la relación y esfumarse ésta definitivamente.

 

A Edna solo le queda la esperanza de que aquel maravilloso hombre que conoció a través de bellas cartas, tampoco la haya olvidado y puedan reencontrarse esta vez en persona. Deseamos que las palabras que él escribo en su adiós se cumplan y sigan enamorados en las nubes y en la vida real: No podré olvidarte nunca.

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