El barrio del Toscar, en Elche, fue testigo de mis primeros pasos en esta vida. Hasta los 11 años me vio crecer e iniciar mis estudios: primero en la academia Luís Vives, después en el colegio Onésimo Redondo, que paso a ser Jaume I con los cambios políticos del país.
Después, aun con algunos años de EGB por delante cambiamos de casa justo al lado del instituto de Carrús, junto a la plaza de Madrid, que hasta 1987, cuando marché hacia Albacete, fue el nuevo hogar de mi familia. Desde los 8 años alternaba los estudios y los ratos de ocio con los entrenamientos de fútbol, en el Kelme, y más adelante sisaba horas al reloj para compaginarlo también con el baloncesto.
Recuerdo que sobre los 12 años comencé mi primera colección de libros, afición que dura hasta hoy y que, en gran medida, debo agradecer a la serie de «Los tres investigadores» que estimularon mi imaginación y marcaron mi entusiasmo por el misterio y la intriga para siempre.
Tras el servicio militar obligatorio, cambié de ciudad, dejando atrás todo cuanto conocía en una aventura, que de haber sabido como iba a acabar, no merecería ese título. Dos hijos maravillosos de un primer matrimonio, conocer nuevos amigos e intentar olvidar a otros simulados, unos estudios de masajes y terapias alternativas y algunos trabajos adicionales, han ido moldeando mi interior, y estropeando el exterior, dejando en el olvido todos aquellos años de deporte intensivo.
Ahora disfruto de un feliz segundo matrimonio, de mi trabajo de masajes y recuperador de lesiones y, sobre todo, de poder plasmar con palabras las ideas y pensamientos que he escuchado desde pequeño en mi interior y ahora me acompañan como la alargada sombra del atardecer.
Sólo pido que algunas de ellas sean dignas de acompañaros también a vosotros. Gracias.