Con cinco años me preguntaba por qué no podía respirar como los demás. No comprendía la razón de sufrir una enfermedad que los mayores llamaban asma. Cuando corría, llovía o se levantaba polvo, mis pulmones se volvían rígidos. Como si fueran de madera. Las angustiosas crisis nocturnas se hacían eternas. Recuerdo el viejo carillón del […]
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