Tras la fascinación inicial, en toda pareja, va a aparecer con posterioridad un necesario proceso de desilusión porque:

«De esta confrontación entre lo idealizado y lo «real» surgen muchos de los desajustes relacionales y conflictos que presentan las parejas en este periodo. Aparecen o se desvelan características del otro partner que no encajan en la idealizada «vida perfecta de la pareja», tampoco en las expectativas de cómo el cónyuge debe ser o comportarse según lo que se ha proyectado inicialmente. Lo que, al principio, era orden y organización, se convierte en control o se vive como una molesta intromisión; lo que se definía como un espacio de libertad, se transforma en reproche sobre una conducta tachada de irresponsabilidad o sobre una «evidente» falta de compromiso; lo que era señal de cuidadoso amor, en una asfixiante relación intrusiva. No es gratuito que aquel aspecto que fue especialmente investido y ensalzado en el otro, ahora se convierta en la causa que nos incomoda, que aquello que resaltamos positivamente en un primer momento, ahora queramos que desaparezca» (p. 43) (De Pablo, 2019) (En «Fascinación y desilusión. Psicoterapia sistémica de pareja»).