Una mirada que da sentido a la psicoterapia
En29 diciembre, 2022 | 0 comentarios | Sin categoría |
Josep Mª Esquirol (2021) habla de “la imposibilidad de suturar las heridas infinitas. En realidad, el carácter especialísimo de estas heridas hace que no pidan ser cicatrizadas sino, (…) acompañadas. Por tanto, no se trata en absoluto de querer cerrarlas -esto es, de querer superarlas-, sino de corresponder adecuadamente a su movimiento. (…) De tal manera que la cura, paradójicamente, no va en la dirección ni de suturar ni de taponar, sino de moverse acompañando y creando. Incluso podría ocurrir que la mejor manera de acompañar una herida fuera profundizarla y exasperarla” (p. 68).
Esta visión del filósofo nos recuerda que la herida es dolor y posibilidad, la esencia vulnerable de nuestra humanidad, lo que alimenta el alma y la sensibilidad. Por esto insiste en que “la herida infinita es como un surco, un surco en el ser humano, un surco que genera lo humano y que pide cultivo (cura y cultura). La herida es surco donde la infinitud de lo que hiere deja una semilla susceptible de crecer, madurar y dar fruto” (p. 68).
En la psicoterapia es importante no evitar la herida ni esconderla, no pretender taponarla o cicatrizarla, sino respetarla y acompañarla con cuidadora paciencia y con plena disponibilidad para una respuesta sensible. El/la terapeuta debe alimentar la paciencia y la disponibilidad para la respuesta y el cuidado (etimología de la cura).
Sigue Esquirol diciendo: “Cada uno se determina a sí mismo con este mantenerse en la crisis de la herida y en la paciencia de la respuesta, es decir, en la inacabable vocación de responder. Esto es lo más humano del ser humano: la herida infinita y el cuidado -la atención- de la respuesta. (…) Estar tocado-herido provoca atención hacia lo que nos hiere pero, al mismo tiempo, hacia nosotros mismos como sujetos pasivos de la herida. Trascendencia y reflexividad: juntas” (p. 69).
Para terminar, quiero destacar las palabras del autor que nos recuerdan que “nuestra necesidad de consuelo es insaciable porque la herida es infinita” (p. 72). (…) “La herida de la finitud es infinita. Por eso la necesidad de consuelo es insaciable” (p. 74). Porque “cada herida infinita es una hondura: (…) abrazo de la vida, roce de la muerte, regalo del tú y misterio del mundo” (p. 83) (En “Humano, más humano).
Imagen: Obra “No me oís?” de Pilar Cabrera
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