Con el desarrollo de las nuevas tecnologías y la creación de las redes sociales, la presión que se ejerce por lograr un máximum en el cuerpo, la alimentación, el deporte o las tallas de ropa ha desencadenado un aumento de personas que padecen un trastorno alimenticio, también conocido como T.C.A. Desde hace tiempo conocíamos la anorexia o la bulimia, pero a día de hoy se han diagnosticado otros tipos también importantes como: los atracones, la vigorexia, la ortorexia o los trastornos no específicos.
La dificultad que radica en este tipo de trastornos es que pese al mito de que las personas que lo padecen están sumamente delgadas, el peso que presenta una persona con T.C.A. puede ser de normo-peso o incluso sobre-peso, lo que hace más difícil su identificación. Las conductas, hábitos o pensamientos que muestren los estudiantes pueden ser claves para una detección precoz que ayude a prevenir el desarrollo completo del trastorno.
Los adolescentes son la parte de la población más vulnerable. En esa etapa llena de cambios en donde se comienzan a formar su propia personalidad, el padecer un trastorno mental de dicha magnitud puede generar no solo una disminución del rendimiento académico sino también en las relaciones sociales y la autoestima provocando un malestar significativo a nivel personal y en su propio entorno.
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