Me llamo Marisol
En16 abril, 2021 | 1 comentarios | Sin categoría |

Pequeña de edad y de tamaño, pizpireta, rubia y dada a entonar cancioncillas, la vecina de arriba le cambió el nombre en cuanto la oyó cantar a través del patio de luces: «¡Anda, mira «la Marisol»! Así la llamó todo el mundo, y así se quedó: Marisol.

El primer día de escuela la maestra pasó lista y Mariana no aparecía por ningún lado. Dos días más y nada. Ella oía «Mariana Pancorbo Rama» y pensaba que los apellidos eran los mismos, pero ella no era Mariana y por lo tanto, mejor seguir con su plastilina, o haciendo bolitas de papel de seda.

La maestra contó los nombres de los alumnos que aparecían en la lista y luego las cabezas. Coincidían. Por lo tanto, a ver… Mariana tenía que ser alguna de aquellas niñas. Todo fue rápido: consistía en apartar a los niños primero, y luego, a las alumnitas que respondían a su nombre. Zas. Quedó una rubita pecosa algo despistada.

-Niña, ¿cómo te llamas?

-Marisol

-¿Marisol?  Bueno, mira, dile a tu madre que venga mañana a hablar conmigo.

Y cuando se presentó la madre con su hija, todo fue confusión y más confusión: que cómo se llama de verdad, que por qué solo responde si le dicen Marisol, que si pueden llamarla Mariana, …

La madre, ya en casa, le gritó que era tonta, tonta, tontaaaaa, porque a quién se le ocurre no saber su nombre de pila: «¿Es que no sabes que te llamas Mariana, como tu bisabuela?». Dos bofetadas y gritos, dos lágrimas de niña pequeña corrían por las mejillas pecosas.

La maestra le dijo que no se preocupara, que ella podía llamarla Marisol, si le gustaba más. La abrazó y le dio una chuchería que sacó de su bolsillo.

Esta mañana en la consulta, le he preguntado: «¿Quieres que te llame Mariana o Marisol?» Me ha respondido: «Si me llama Marisol, me hará muy, pero que muy feliz».

Comentarios 1
mrfernandezamela Publicado el 25 abril, 2021 a las 9:53 pm   Responder

Estos pequeños detalles delatan que detrás de una aparente normalidad puede haber una crianza anómala. Una niña que no sabe cuál es su nombre puede estar careciendo de cuidados básicos.
Paliar el daño de una crianza donde predomina el hambre de cariño es un reto para los terapeutas. La psicología humanista proporciona abordajes útiles para ello. El reto es encontrar a las pequeñas Marianas, para decirles que las queremos, se llamen como se llamen.

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