FUNERAL DESEADO

Nos vamos de entierro?

Hay tantas cosas que a veces tenemos que enterrar en nuestras vidas… Esos pensamientos que nos machacan y que no nos dejan vivir en armonía… Esas malas costumbres…

Pués es hora de sacar el azadón, hacer un buen hoyo y deshacernos de esa carga que hace tiempo llevamos soportando. Ven!!

 

Funeral deseado

FUNERAL DESEADO
Hoy estoy de entierro, pero, sin embargo, hoy no es un día gris  para  mí,  ni  tampoco  las  lágrimas  se  apelotonan  unas tras otra a lo largo de mis mejillas. Hoy me siento feliz.
Por fin he acabado con él, por fin he concluido esta triste condena que desde hace años venía soportando. ¡Por fin me he atrevido a asesinarlo! Y bien, tú te preguntarás «¿A quién se  habrá  cargado  esta  tipeja  para  sentirse  tan  condenadamente feliz?». Mientras piensas: «Encima tiene la sangre lo suficientemente fría para atreverse a escribirlo. ¡Será ilusa! ¡Pronto la atraparan y no tendrá excusa!».
Pues bien, yo sé que eso nunca podrá ser posible. Nadie va a atraparme. No; ya no. He estado en esa situación bastante  tiempo.  ¡Bastante!  Pero  ahora  con  este  funeral  todo eso quedará ahí; bajo tierra, en el olvido.

 

¡Por fin está muerto! ¡Por fin el deseo ha sucumbido! El deseo que yo sentía hacia él; ese deseo de sentir sus labios sobre  mis  labios,  el  deseo  de  sentir  su  piel  rozar  mi  piel.
Ese maldito deseo que tantas veces se apoderó de mí; unas veces en las frías noches de invierno, otras en las cálidas y estrelladas noches veraniegas. Ahora ha dejado de habitar en mí, definitivamente. Ese deseo perverso que me atrapaba con sus garras en lo indeseable para alguien que busque un amor verdadero, ya nunca más me incordiará.

 

Maldito tú, deseo, que te apoderaste de mí y me envolviste con tu estúpida túnica en el mundo de los engaños, allí me tuviste aprisionada durante mucho tiempo, alimentándome a base de falsedades, y saciando mi sed de ti con dulces esperanzas que jamás llegaron a convertirse en realidad. Muchas fueron las lágrimas derramadas en un pasado; pero tú; maldito deseo, tuviste la suerte de salir a flote nadando con destreza y abriéndote camino entre ellas. Y me tentabas de nuevo, y yo me dejaba llevar…
¡Maldito deseo! ¡Te odio tanto! A pesar de que tú me enseñaste a sentir el sentimiento, sin embargo, te olvidaste de lo más importante; compartirlo. ¡En fin! Tú tuviste mucha culpa, pero quizá la principal culpable de todo fui yo.

 

¿Por qué engendraría tan defectuoso deseo dentro de mí? ¿Por qué te dejaría crecer? Se supone que tú deberías haberte dejado guiar por mí y obedecer mis órdenes sin rechistar. Pero ahora soy consciente de que creé algo verdaderamente monstruoso. Te dejé crecer demasiado, te mimé en exceso, y así me lo agradeciste: dejaste de seguir mis pasos, te diste la media vuelta y me obligaste a seguirte. Sí, así ha sido hasta hoy, pero ya me harté de esperar a que cambiaras y no me ha quedado más remedio que asesinarte, y así poner fin a esta cruda sentencia.

 

¡Lo siento! Siento que esto haya tenido que terminar así. Pero tú fuiste quien rompió el trato, ¿recuerdas? El corazón odia o ama, o siente indiferencia. En cambio, tú solo deseabas, y deseabas egoístamente. Solo por el ansia de poseer, de apoderarte de un falso sentimiento aun sabiendo que sería dañino para quien te albergaba.
Tú, deseo, deberías haberte dejado guiar por el corazón, él nunca se equivoca. En cambio, tú si puedes confundirte, y en esta ocasión así ha sido. ¡Te has equivocado! ¡Me has equivocado!

¡Me he equivocado!

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