(Ourense, 1989)

Vine al mundo un mes de enero en Ourense, ciudad de meigas, de puentes, de licor café y adoquines, pero sobre todo, de calor y arraigo. Carnota me bañó la piel, los veranos, la infancia y me llenó de salitre los labios. Años después y con la morriña debajo del brazo, me fui a Burgos, que me acogió con el corazón abierto justo en el momento perfecto, cuando me desbordaban las ganas de descubrir quién era. Allí tuve la gran suerte de convertirme en Terapeuta Ocupacional. Como ya tenía la ropa de abrigo me fui a vivir a Polonia y sin darme cuenta, un pequeño pueblo en medio de las montañas se fue haciendo hogar. Aquí, me dedico a aprender de niños capaces, luchadores y valientes qué es lo que realmente importa en la vida. Soy amante de la fotografía, el chocolate, la lectura y el vino. La música de autor, los conciertos en bares, las mañanas de invierno, las noches de verano, los viajes con gente, las películas a solas. La comida fría, la arena caliente y el alma, templada. Escribo porque si no se me olvidaría respirar. Porque es la única manera que conozco de poder sobrevivir al tiempo. De poder entenderme, curarme y, por qué no, salvarme. Escribo porque vivir es eso, es convertirlo todo en letras, en palabras. Algunas serán balas y otras, puntos de sutura y a mí siempre me ha gustado ese juego de adivinar qué tocará primero, si disparar o coser.