En el transcurso de mi vida
me fui encontrando con gente,
conociendo mil historias
todas ellas diferentes.
Sin pensarlo me puse a escribir,
necesitaba expresar
el torbellino de sentimientos
que bullían dentro de mí.
Le escribí al amor,
que prendió en mi corazón
como llamarada ardiente,
pero la vida me enseñó
que por grande que fuera el amor
también muchas veces duele.
Le escribí a los sueños,
inventando fantasías,
con sueños dulces y hermosos
para olvidar pesadillas.
Le escribí a la soledad,
a la falsedad y al engaño,
tan presentes en el mundo
y que hacen tanto daño.
Le escribí al cariño, a la amistad,
que no solo son palabras,
significan mucho más.
Le escribí a los ríos, al aire, al mar, a las flores,
a las penas y alegrías que envuelven los corazones.
Les escribí a mis hijos,
pues les quería decir
que son mi mayor tesoro,
lo más grande para mí.
A mi madre, que se fue muy joven
dejando un vacío inmenso,
que he tratado de llenar
recordando sus recuerdos.
Mi deseo para los que se embarquen
en la lectura de estas historias en verso,
que son parte de mi vida,
es que en alguna de ellas sientan lo mismo, que sentí yo al escribirla.