Supongo que nacer, lo ha hecho desde el mismo lugar de dónde nacen la mayoría de novelas de ficción, de la imaginación, pero no creo que siempre sea una respuesta tan sencilla.

Recuerdo quedar marcada por la explicación de Isabel Allende del por qué de su novela Paula, mantener sus recuerdos para el día en el que despertara su hija… o cómo nació La casa de los espíritus de una carta a su abuelo, también me preguntaba cómo alguien podía ser capaz de construir una novela tan impresionante como Una fortuna peligrosa, de Ken Follett ( sí, yo soy más de esta, que de Los pilares de la Tierra), o el leer que Torcuato Luca de Tena ingresó en un centro psiquiátrico para documentarse de primera mano, para Los renglones torcidos de Dios, una novela sublime. No sé qué de cierto tendrán estas anécdotas, pero siempre me gustó conocer el despertar de las novelas que me gustaban.

¿Y cuál es mi historia? Un sueño.

Tengo la costumbre de escribir los sueños que me impresionan cuando me despierto, para evitar olvidarlos, y este fue uno de ellos; un cruce de vidas, una reencarnación y una posibilidad de cambiar el futuro, me desperté de madrugada para escribirlo en las notas del teléfono y al releerlo a la mañana siguiente con la mente algo más despejada, escribí un poco más. Si algo tuvimos todos durante el confinamiento, fue tiempo libre, así que por entretenimiento añadía cada día un poquito más (entre bizcocho y bizcocho), hasta que me vi completamente absorbida por la historia y no pude dejar de escribirla. Me acostaba cada noche pensando en cómo continuarla, en qué me gustaría a mí vivir, y seguía cada mañana completándola. En ningún momento tuve la intención de terminar una novela, ni mucho menos de publicarla, simplemente me entretenía viviendo una vida paralela e intentando matar el tiempo del encierro.

Mi hijo de 14 años me ayudó a darle nombre a los protagonistas y a buscar un título para la obra, aunque sabe que le quedan años para poder leerla, y una vez terminada, ha sido el que más me ha empujado a publicarla, y… ¿Quién soy yo para defraudarlo? Su madre, aquella que lo empuja a perseguir sus sueños cuesten lo que cuesten, así que gracias a los míos y a mi pequeño gran tesoro, aquí está «El destino de Elena», mi primera novela.

«Si puedes soñarlo, puedes lograrlo.»