LAS RAICES EVOLUTIVAS DEL KUNGFU CHINO
En7 enero, 2021 | 0 comentarios | TRADICIÓN DEL KUNGFU | Etiquetas:

LA IMPORTANCIA DE LA TRADICIÓN EN EL KUNGFU (傳統功夫的重要)

Muchas veces subestimamos el concepto de tradición (Chuan Tong, 传統) en las artes marciales chinas y lo interpretamos a la luz de nuestras nociones personales. Antes de dialogar sobre esta trascendente temática creo que debemos entender lo que el propio concepto lingüístico esconde entre sus trazos.

Si descomponemos la grafía de Chuan (传), veremos que está formada sustancialmente por el radical de Ren (hombre, 亻) y un pictograma que desde sus primeros usos en hueso y bronce señalaba una mano que dirigía a un buey por medio de una cuerda atada a su yugo (专). Lógicamente, la idea imperante en este longevo signo es el control de una fuerza mayor por medio de una actividad especializada. Mientras que Tong (統) enriquece la idea de un conocimiento arcano transportándonos de golpe a la hermosa noción de una persona que carga sobre sus hombros (充) los hilos de seda (seda, 纟), que forman lienzos, tapices y tejidos impregnados de figuraciones y simbolismos.

Con solo unir esta poética semántica guardada en los trazos del idioma chino, veremos como el término de Chuan Tong (tradición, 传統) define un conocimiento atesorado en las manos de un hombre que obviamente lo sobrepasa en tiempo y alcance generacional. O sea, la tradición es una información genealógica mejorada, perfeccionada, pulida y evolucionada por un incontable número de maestros. Si somos perspicaces en nuestro análisis, ya estaremos suponiendo por pura inducción el alcance de esta revelación. Hay estilos de kungfu como el Hung Ga (洪拳) por solo poner un ejemplo, que enraízan sus nociones en el siglo XVII. Utilicemos las matemáticas y tracemos un conteo que nos lleve a estas épocas y estaremos hablando de un sistema de combate anclado en la mentalidad del pueblo chino desde hace 400 años. Este cálculo es todavía impreciso pues estoy suponiendo su inicio con la llegada del legendario Hong Xi Guan (洪熙官) al templo de Shaolin de la provincia de Fujian, pero si retrocedemos todavía más la mirada a las conjuras del emperador Hong Wu (洪武, 1328-1398), entonces estaremos hablando de siete siglos de transformación estilística.

¿Podemos ser conscientes de lo que significan siete siglos de transformación estilística? ¿Cuántos descubrimientos deben haberse realizado en este vasto espacio de tiempo en circunstancias históricas específicas? ¿Tendremos todavía la osadía de defender informaciones que andan en nuestras cabezas como mariposas que revolotean sin rumbo fijo?

Obviamente, si todavía hurgamos a más profundidad en los blanquecinos almanaques de la historia de las artes marciales chinas, tendremos que aceptar que el núcleo del kungfu se nutre desde su gestación teórica de las claves cosmogónicas del Yijing (易經 – “El Libro de las Mutaciones”), de los sabios planteamientos médicos del Huangdi Nei Jing (黄帝内經 – “El Canon del Emperador Amarillo”) y de clásicos de táctica militar del período de los Reinos Combatientes. Por lo tanto, siendo modestos con los anales de la civilización china, estaremos dialogando de basamentos doctrinales manejados sin interrupción durante 2300 años.

¿Cómo pueden existir coterráneos que obvien estas cifras y pretendan improvisar sus opiniones en el ámbito de la enseñanza de las artes marciales? ¿Es posible ser tan arrogantes como para no ver lo insignificante que es nuestro Ego en esta correlación de saberes? ¿Acaso no discernimos con claridad que nuestra efímera vida no da ni siquiera para absorber un 1,0 % de estas legendarias herencias?

Cuando hablamos de kungfu no nos referimos exclusivamente a lanzar golpes o repetir secuencias, eso lo pueden hacer muchas personas incluso sin tener un maestro adecuado. Los DVD comerciales proliferan y los materiales de divulgación se han reprogramado también digitalmente. Estoy hablando de otras dimensiones. El kungfu es un conocimiento biomecánico (生物力学), marcial (武), filosófico (哲學), médico (醫生), estratégico (戰略), ético (道德), regenerativo (醫术), y espiritual, el cual es imposible de captar desde el punto de vista empírico. Mucho menos será posible obtener sus secretos interponiendo los patrones deportivos de Occidente que muy poco coinciden con las prerrogativas de Oriente.

No nos engañemos ni fluctuemos en la ignorancia. El kungfu no es ni será jamás una disciplina para ser enseñada en una Universidad de Cultura Física y Deporte (aunque ciertos acuerdos políticos estén adulterando sus auténticos legados en su propia tierra de origen). Sus objetivos no son competitivos y mucho menos aplicados a los patrones metodológicos postmodernos. Incluso, los conceptos biomecánicos que tanto son enunciados por los defensores de estas disciplinas, ya estaban escritos desde el siglo XVI, con un pulso conceptual de inigualable vigencia. A este respecto, debemos señalar, como en la segunda parte del libro Quan Jing Quan Fa Bei Yao (拳經拳法备要), se encuentra un talentoso escrito titulado “Las Doce Claves de la Movilidad del Cuerpo” (周身秘诀十二项), en donde se definen las óptimas correlaciones de la cabeza, los ojos, el cuello, los hombros, los brazos, las manos, el tórax, la región lumbar, las caderas, los muslos, las rodillas y los pies, antes que en nuestro culto entorno académico se planteasen sus versátiles utilidades. Muchos de los principios de la biomecánica actual, ya estaban siendo manejados concienzudamente por los especialistas de kungfu desde hace varios siglos y nuestra completa falta de conexión con la literatura especializada de esta portentosa tierra, nos priva absolutamente de imaginarlo.

Volviendo de nuevo al mismo punto, ¿es posible ser respetado en el ámbito del kungfu sin haber tenido acceso a las revelaciones de un verdadero maestro?

No seamos ilusos ni debutemos en las escuelas de ciencia ficción, toda academia de artes marciales afianzada bajo la filosofía del crecimiento, debe inducir a sus alumnos a dominar en una fase iniciática sus primeras cinco áreas de cultivo:

  • Acondicionamiento de las articulaciones (活關節)
  • Fortalecimiento Interno (壯功)
  • Trabajo Básico (基本功)
  • Ejecución de las Formas (套路)
  • Entrenamiento de Aplicaciones (对答)

Este método no puede nacer de la imaginación, de los recortes de artículos que leemos en las revistas o de los videos que recepcionamos en nuestros ratos de ocios. Tampoco podemos definirnos herederos de un estilo mezclando todo lo que percibimos como hacemos con la ropa o los muebles de nuestra casa. O sea, nunca seremos “maestros” batiendo en nuestro cerebro un poco de Yang Shi Taiji Quan (楊式太極拳), unido a un sistema de Wai Gong (外功), entretejido con una secuencia del norte y un poco de pateos de Kickboxing. Esto es risible e ilusorio. Con solo asentar las bases legítimas dejadas desde antaño, sabremos que un estilo de kungfu es un hilo conductor de un pensamiento marcial, filosófico y espiritual dado por un grupo de ancestros que debe ser develado durante un largo tiempo de interacción bajo la estricta tutela de un mentor adecuado.

Por lo tanto, ¿qué resultado puede haber en la enseñanza del kungfu si no existe un aprendizaje tradicional?

Pongamos algunos simples ejemplos que ilustren la diferencia que se establece entre coleccionar saberes fragmentados o ahondar en las raíces de un estilo. En el Choy Lee Fut (蔡李佛) por solo citar un ejemplo, hay etapas de asimilación que no deben ser violentadas. Un estudiante comienza por corregir la forma del cuerpo (端正) y esto debe corresponderse con las exigencias del boxeo incidiendo en tres puntos: Shou Xing (el molde de las manos, 手型), Bu Xing (el molde postural, 步型), Shen Xing (el molde del cuerpo, 身型). De esta fase provienen los métodos de postura (步法), de puños (拳法), de palmas (掌法), de garras (抓法), de dedos (指法), de codos (肘法), de pateos (腿法), los enlaces de los puentes (桥法), los entrenamientos de Qigong (氣功), el estudio de la teoría de Yin y Yang aplicada al combate (陰陽的理論), el uso de los cinco elementos en las acciones físicas (五行), la doctrina de Bagua en los desplazamientos (八卦的理論) y paulatinamente la imbricación de pequeños conjuntos de técnicas donde estas estrategias corporales se materializan con el dinamismo necesario y el ritmo que exige el sistema. Estas ejercitaciones no son improvisadas y evidentemente forman parte de una concienzuda transmisión familiar.

Tras este periplo inicial se comienzan a introducir los Taolu (套路). Así por solo citar algunos ejemplos el aprendiz empieza a entrenar en el nivel inferior el Lian Yao Quan (练腰拳), el Er Shi Si Dong Quan (二十四動拳), el Wu Long Chu Shui Quan (烏龍出水拳), el Xiao Shi Zi Quan (小十字拳), el Xiao Kou Da Quan (小扣打拳), y el Xiao Mei Hua Quan (小梅花拳).

En el nivel medio el aprendiz comienza a ser introducido en las complejas movilidades del Da Kou Da Quan (大扣打拳), el Ping Quan (平拳) y el Xiao Wu Xing Quan (小五形拳). Mientras que en el nivel superior aparecen formas que agrupan exigencias técnicas de una sutil aplicación combativa, siendo notables el Ba Gua Xin Quan (八卦心拳) y los ciento ocho pasos de la Hua Quan (花拳).

Tras este intenso periplo el estudiante se adentra en el manejo de las armas (器械套路). Por supuesto, transita por el bastón (棍), el sable (刀), la lanza (槍), el Guang Dao (關刀), las dagas mariposas (蝴蝶刀), la espada (剑), las dagas dobles (匕首), la banqueta (凳), el tridente (三叉), las hachas (斧) y muchos otros pertrechos en donde va sumando habilidades corpóreas y conocimientos estratégicos hasta completar el uso de la 18 armas clásicas (十八盤兵器).

Con todo este vasto saber a su espalda el devoto es introducido con mucha dedicación en las técnicas de Dui Lian (对练). O sea, empieza a estudiar el uso en pareja del boxeo a manos libres y todas las interrelaciones de las armas. Un mesurado trabajo que lo lleva al pleno dominio técnico y a una tradicional expresión estilística.

Aquí el alumno que ya se transformó en un instructor apoya a su maestro en las clases mientras profundiza sus estudios en la medicina tradicional (傳統醫學), la filosofía (哲學), la ética (倫理), los cánones de la estrategia (戰略), y la danza del león (獅舞).

Todo este conocimiento no puede ser improvisado ni reconstruido con nociones librescas. Ha de ser asimilado durante al menos diez años de entrenamiento bajo la tutela de un verdadero maestro que pacientemente corrige, analiza el carácter de su seguidor, le purifica la mente con informaciones elevadas y le implanta a sus novicios el molde de una cultura pasada de generación en generación.

Lógicamente en este arduo proceso la imitación cuenta y es determinante. En las artes marciales no hay resultados rápidos. Ni siquiera se buscan. Pues el cuerpo es un reflejo de la mente y la mente una ventana del espíritu. Un genuino cultivo tradicional va dirigido a mutar nuestro ser y no a lograr meras apariencias externas. De esta manera no vemos impelidos a imitar los grandes valores que otros lograron en sus vidas.

De hecho el propio rito del aprendizaje en el kungfu no es ni siquiera como se piensa en Occidente. En las escuelas tradicionales el maestro sabe cuándo es el momento de enseñar y el discípulo no puede saltar las etapas de crecimiento. La pedagogía no ocurre por acuerdos académicos, sino por visiones energéticas que no pueden ser aprendidas en una universidad. Un maestro busca forjar un interior, crear una intuición profunda y solidificar la adecuada interioridad que permita en otro ser humano la manifestación de su estilo. Esto no puede ocurrir en un año y mucho menos en un curso intensivo. Tampoco sucederá si se desvirtúan los procesos de metabolismo interior con códigos occidentales deportivos o ansiedades egocéntricas que en nada tienen que ver con las prerrogativas de las artes marciales.

Diez años recibiendo las enseñanzas de un maestro transforman nuestra mente y cambian radicalmente la percepción de la vida. Este es un camino que vale la pena seguirlo con compromiso, devoción, humildad y decoro.

Debemos ser sinceros con nosotros mismos y reconocer todo aquello que no sabemos. ¿Cómo podemos ser tan arrogantes de querer improvisar sobre una “cultura” que ha atesorado en sus alforjas el saber de miles de maestros?

En Occidente hay muchas mentiras, caminos tergiversados y personalidades egocéntricas que recurren al mito, a la fantasía y la sugestión de supuestos poderes como alternativa de sobrevivencia en el mercado de las artes marciales. Obviamente, todos quieren ser maestros sin sudar, tener alumnos sin conocimientos reales, ser respetados por las historias que se inventan, imponer sus nociones subjetivas y ver cómo brillan sus aureolas divinas en todas partes.

Esto es el resultado de la masividad de los medios de comunicación, las megalomanías cerebrales, y las confusiones doctrinales que imperan en las publicaciones mercantiles. Es evidente, que la desesperación por lucrar con un conocimiento inconcluso lleva a muchos hombres a desgastarse en una ridícula lucha psicológica, todo por carecer de una sinceridad interior.

El crecimiento duele y la flor de loto que abre sus blancos pétalos hacia el cielo encaja sus raíces en el lodo. ¿Qué maestro no fue en un pasado discípulo? Y cuando fue discípulo, ¿no tuvo errores, carencias técnicas y dificultades que superar? Si esta es una realidad irrebatible, ¿qué podemos esperar nosotros?

Dejemos la perfección para los filmes de Hollywood. Todo lo que alcanza un grado de evolución –lo cual no es absoluto-, muestra a su vez la voluntad de quien supo superar sus carencias. Por lo tanto, lo que se reconoce en un maestro es la grandiosidad de haber crecido.

En Occidente falta mucho la honestidad. Las personas hablan cuando deben escuchar y mientras escuchan se oyen a sí mismos. Como hay tantas informaciones circulando en los medios globales de comunicación, todos vociferan en diversos tonos mentales para ser escuchados o repetir lo que han leído. Esta es la era de una ignorancia solapada que se viste de academicismo, se titula y se vanagloria.

El verdadero kungfu exige desde un inicio humildad, lealtad y un carácter que pruebe que el reconocimiento de la ignorancia no es un problema para continuar. Sin estos requisitos nada podrá enseñarse y el mundo estará cada vez más lleno de esos “maestros de epopeya” que engañan tanto a sus discípulos.

La mentira realmente es una plaga y el Ego un virus degenerativo.

Copyright © – Shifu Tony Rey García
Viena 7 de enero – 2021

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