Bueno, amigos. Esta primera entrada del blog va dedicada a todos aquellos que han hecho posible que mi primera novela, mi sueño, se haya hecho realidad. A los que creyeron en mí desde el minuto uno y con su cariño y apoyo me llevaron en volandas, y como no, a los que me hicieron la zancadilla, a los que trataron por todos los medios de arrastrarme a su mundo gris, repleto de negatividad y frustración. Os estaré eternamente agradecido por motivarme a correr en dirección contraria, por mostrarme la clase de persona que jamás seré, por reafirmarme en la creencia de que la magia existe y que todo en esta vida sucede por alguna razón. Bien es cierto, ha sido un largo proceso plagado de luces y sombras. La ansiedad no perdona, y cuando nos golpea, de repente parece que todo nuestro mundo se desmorona…pero no es así. Nos retuerce, nos agita, y en ocasiones, nos hace temblar como una hoja al viento, pero aunque todo eso parezca terrible, no lo es. Muy al contrario. Es tu voz interior, tu yo rebelde y pasional. Es tu alma golpeando la puerta a voz en grito, tu propio deseo de escapar de ti mismo, de trascender, de crecer, de evolucionar. Y solo hay una forma de conseguirlo, a través del dolor, sea físico o emocional. Al fin y al cabo, de esta vida solo nos llevaremos lo que hayamos intentado. Esta novela está forjada con el material con el que se fabrican los sueños, no me cabe duda. Y sí, aunque suene a tópico, los sueños se cumplen. Algún día contaré todas las «casualidades» que me han sucedido durante este año y medio, pero eso será en otro momento. Ahora toca respirar profundo y dejarse arrastrar por la marea, mientras el sol va poniéndose en el horizonte. Ahora toca dar las gracias a Dios, a la vida, a las hadas o a todo eso que somos incapaces de entender, pero ciertamente existe. Ahora toca recoger lo que se ha sembrado. Ahora toca ser feliz.