LOS FUNDAMENTOS RELIGIOSOS DEL MONASTERIO DE SHAOLIN
En7 enero, 2021 | 0 comentarios | HISTORIA DEL KUNGFU CHINO | Etiquetas:

LAS CONTRADICCIONES IDEOLÓGICAS DEL MONASTERIO DE SHAOLIN (少林寺的矛盾)

Crítico agudo y defensor incansable de las raíces del Wushu tradicional (傳統武術), el maestro Wong Yi Man (黄宇文) ha rebatido en innumerables ocasiones los mitos que se entretejen alrededor de las artes marciales. En el capítulo II del libro La Esencia del Kungfu Chino (中国武術的实质) escrito de su puño y letra, nos ofrece una desencarnada visión sobre las verdaderas connotaciones del budismo:

“El monasterio de Shaolin es un santuario budista que profesa las técnicas meditativas dirigidas a la obtención de la iluminación espiritual. Su doctrina nunca tuvo como fundamento el uso de las artes marciales. Por lo tanto, Shaolin no debe concebirse como si fuese el núcleo de dónde emergen los disímiles métodos de combate” ( 而且少林寺本是佛门圣地,信奉的佛教是从印度传来的,讲的是禅理.佛教的禅理讲的是什么,世人都有所了解,所以少林寺从本质上并不是武术发展的好地方,也就不应该称之为武术为圣地了 )

COMENTARIO

Si queremos comprender verdaderamente el sentido del Wushu no podemos confundir los propósitos que lo direccionan con las creencias religiosas que lo asimilaron en diversos contextos.

Lo que pretendo dilucidar es un tema arduo y contradictorio. Ir en contra de los esquemas preestablecidos por los medios de difusión masiva, es exponerse a la censura de todos aquellos que participan de sus eslóganes propagandísticos. Como todo lo que se vende debe poseer un foco de atracción para el público, Shaolin se ha convertido en un excelente medio para obtener enormes ganancias. Hoy en día las personas creen que solamente con raparse el pelo o vestirse de monjes participan de esta tradición legendaria. Otros suponen, que tan sólo practicando las estructuras que se venden por doquier, yacen insertados dentro del núcleo de información que enriqueció –en otros tiempos-, la práctica del Wushu. Por supuesto, la propuesta que reciben es agradable: formar parte de una supuesta cofradía de elegidos y sentirse importantes bajo esta nueva apariencia.

A este respecto, es notable constatar como el monasterio de Shaolin se ha esforzado en divulgar una imagen de exotismo oriental, impregnada de poderes mentales e invulnerabilidades físicas. Esta incisiva estrategia favorece que la imaginación occidental –apoyada por los filmes de Hollywood-, amplifique una deforme visión de la realidad objetiva.

Shaolin (少林) es el nombre de un monasterio budista, no el de un cuartel militar. Este es el punto que da inicio a su existencia en el siglo V d.C., justamente cuando el emperador Xiao Wen Di (孝文帝) de la dinastía Wei del Norte ordena su construcción en el condado de Deng Feng Xian (登封縣), provincia de Henan (河南), al norte del monte Shao Shi (少室).

Debemos aclarar, que el Wushu fue un elemento reinante desde la más remota antigüedad y no un sistema gestado en los estrechos muros de un convento. Por lo tanto, Shaolin no existía cuando en los reinos combatientes las artes marciales proliferaban y se diversificaban en inabarcables vertientes. Insignes guerreros y estrategas militares imprimen durante miles de años un enorme ímpetu al desarrollo bélico. Los estilos clásicos se construyen en los ambientes familiares y los códigos tácticos se fundamentan dentro del linaje de la clase pudiente y de los grandes movimientos étnicos. Los mismos sistemas que fundamentarían la práctica marcial de Shaolin en diversos períodos adoptaron los nombres de los métodos gestados en el norte. O sea, los monjes estaban estudiando y entrenando estructuras conocidas dentro del núcleo de las sociedades pugilísticas. Primeramente como un intento de fortalecer la salud de sus adeptos y más tarde, como vía de preservar al monasterio contra la incursión de los bandidos. No obstante, con el advenimiento de las diversas dinastías y el conflicto de apoyo y rechazo de la clase gobernante, el budismo se insertó dentro de un ciclo de conspiración política y desarrollo militar que atrajo a solapados líderes insurreccionales y otros personajes que necesitaban pasar desapercibidos tras el velo de una sotana. Bajo estas circunstancias, los supuestos monjes se convierten en una especie de guerreros religiosos capaces de intervenir en los acontecimientos del estado y preparar motines agrarios.

Aquí se evidencia la desvitalización de una visión pacifista. ¿Cómo es posible aceptar que la ideología de no violencia erigida por Sidharta Gautama pueda involucrarse en un entrenamiento capaz de exterminar la vida? ¿Acaso esto es un nuevo modelo de piedad religiosa?

El decoro de un asceta consiste en ser consecuente con la ideología que practica. Un devoto se adentra en los muros de un templo para aislarse del bullicio mundanal que perturba la quietud de los sentidos en la búsqueda del Nirvana (Li Pan, 浬槃).

Nirvana es el estado mental que libera al hombre de las causas del sufrimiento y del dolor (Si Sheng Di, 四聖谛). Tales son los principios esenciales que hacen a un monje ensimismarse durante años en la concentración (Samadhi, 定) y la serenidad (Ji Jing, 寂靜), dos atributos indispensables en la ascesis religiosa devenida de la India que posibilitan reorientar la visión de los prosélitos hacia las márgenes del despertar, trascendiendo la eterna rueda del Samsâra (Lun Hui, 輪迴).

Cinco preceptos fundamentales (Wu Jie, 五戒) definen su comportamiento:

  • Bu Sha (不殺 – No matar o atentar conscientemente contra cualquier forma de vida)
  • Bu Wang Yu (不妄语 – No mentir)
  • Bu Tou Dao (不偷盗 – No robar)
  • Bu Xie Yin (不邪淫 – Abstenerse de cualquier tipo de relación carnal)
  • Bu Yin Jiu Lei (不饮酒類 – No consumo de bebidas alcohólicas)

Todas las vertientes diseminadas en Asia están permeadas de estas directrices. Las amplias derivaciones del Hinayana (Xiao Cheng, 小乘), el Mahayana (Da Cheng, 大乘) y el budismo tibetano (Zang Chuan Fo Jiao, 藏傳佛教) respetan y cultivan los códigos doctrinales.

¿A qué espiritualidad se refieren los exponentes monásticos de Shaolin cuando pregonan y divulgan un arte de guerra por el mundo? Si un monje no debe atentar contra la vida que lo rodea, ¿cómo pueden dedicarle tiempo y energía en visualizar un agarre a la garganta o en pregonar una extraña tradición que mezcla con infalibilidad el apego a las ganancias, la agresividad y el cultivo del cuerpo físico? ¿En qué sitio dejan la misericordia y la pasividad de un camino de no violencia? Dentro de los sermones pronunciados por Sidharta Gautama, ¿hubo alguno donde exhortase a sus seguidores a la ejercitación de técnicas militares?

Esta es una situación compleja y engorrosa. Ni siquiera podemos asegurar que sus equipos de representación internacional estén mostrando las gemas de una tradición literal. Confunden la mente occidental con aspiraciones y esfuerzos que no conducen al desarrollo marcial y mucho menos al crecimiento espiritual. ¿En dónde están los estilos genuinos creados por sus ancestros? Evidentemente, el monasterio de Shaolin ha perdido el contacto con su genealogía. El problema real que confrontan ni siquiera estriba en que contradigan con sus acciones los mandamientos religiosos que profesan, sino en la insistente divulgación de los aspectos más banales e intrascendentes del Wushu. Valdría la pena que revalorizarán su proceder. De cualquier modo, tarde o temprano el mundo terminará despertando y las expectativas globales se dirigirán a satisfacer las necesidades verídicas. Si lo que pretenden es perpetuar un legado, ¿por qué no lo muestran? Creo que la misión de un sacerdote es llevar al hombre a la comprensión de las grandes verdades filosóficas y no a la confusión de los sentidos.

Si en una época los monjes de Shaolin necesitaron de guardianes que protegieran el templo contra la incursión de los bandidos, ¿cuál es la razón por la que insisten en nuestros días en mantener estas discrepancias ideológicas que en nada hacen respetar las virtudes del desarrollo espiritual? ¿Podríamos mirar con credibilidad al Papa Católico si vemos como proliferan en internet sus entrenamientos con hachas, dagas, y espadas en dónde demuestra sin pudor la violencia de un arte marcial dirigido a la sobrevivencia?

Las confusiones son tan agudas y pronunciadas como para influir en las apetencias de un pueblo. Luego del advenimiento de la economía de mercado, las generaciones jóvenes del gigante asiático se entregan a la práctica de las disciplinas deportivas y occidentales sin sospechar el desarraigo que producen en su acervo sociocultural. Todo lo ajeno les atrae con fervor y denuedo, al punto de llevarlos a contradecir los principios energéticos y filosóficos que podrían restaurarles la salud, la armonía y el crecimiento espiritual.

Con solo que concentremos la mirada en uno de sus cinco mandamientos ya estaremos llenos de contradicciones:

  • No matar (不殺).

Desde el punto de vista ético, esta prohibición muestra la dirección de un pensamiento que rehuía de la agresión y el conflicto armado. Sin embargo, cabe preguntarse todavía, ¿por qué los maestros de artes marciales impusieron sus prácticas en un entorno conventual?

Si miramos con desnudez los pormenores de la historia no tardaremos en descubrir suficientes argumentos. Como también ha pasado con las órdenes católicas del Medioevo, no todos los que se afiliaban bajo el anonimato de una sotana lo hacían por mera vocación espiritual. Algunos eran acuciados por un pasado que debían mejorar y otros eludían sus verdaderas identidades en un refugio inmunizado por las fuerzas divinas. Estos hombres nunca renunciarían a las prácticas guerreras ni a sus hábitos mundanos, pues en resumidas cuentas sólo se afiliaban a una institución religiosa por motivos meramente personales.

Shaolin no fue la excepción de la regla y sus adeptos tampoco dejaron de mostrar las mismas contradicciones psicológicas que han representado a los seres humanos en todas las épocas.

La famosa práctica de las 72 artes de Shaolin (少林七十二艺) ha sido también un tema de secretismos que ha prendido la imaginación del público en general. Una mirada despojada de fanatismos y de erradas creencias nos convencería radicalmente de que ninguno de estos rebuscados métodos concluye por exponer las veracidades de un estilo.

En las escuelas sureñas del período de la dinastía Qing (清朝, 1644 – 1912) parte de estas modalidades de fortalecimiento definían los niveles más elementales de enseñanza. Si tan solo analizamos algunas de las metodologías del estilo Hong Quan (洪拳) veremos cómo las ejercitaciones psicofísicas ascendían en tiempos antiguos a 108 sistemas de tonificación muscular y focalización del poder.

Muchos enfatizarán con orgullo que el Hong Quan heredó estas técnicas del templo de Shaolin, una excelente justificación para otorgarle misterio y atractivo a un boxeo que ha sido ampliamente divulgado por el mundo. No obstante, aunque Hong Xi Guan (洪熙官) haya recibido transmisiones monásticas no podemos desvirtuar el talento personal que impuso en su gestación y el de múltiples seguidores anónimos que en el fragor de la lucha clandestina remodelaron las transmisiones familiares bajo los estandartes políticos y las conjuras gubernamentales.

La mayor parte de las tendencias forjadas en la provincia de Guangdong usaron a plenitud las modalidades derivadas del Wai Gong (外功), justificando plenamente su aplicabilidad con los recursos que direccionaban el contacto físico. Sin embargo, esto no quiere decir que todas las ideas promovidas en este período fueran positivas. De hecho, muchas creaciones terminaron siendo excluidas de las academias por conducir a desórdenes energéticos o reducir significativamente la duración de la vida.

Debemos recordar, que lo que viaja en contra de la naturaleza se opone al Dao. Por ende, las ejercitaciones eremíticas que flagelan y desarmonizan nuestro organismo van a provocar irremediablemente desajustes en el flujo de Yin y Yang. Cuando las polaridades del Qi son fracturadas, las leyes de Taiji terminan siendo infligidas. ¿Qué dones terapéuticos podrán obtenerse cuando se niegan las necesidades intrínsecas?

La metafísica del budismo y las búsquedas taoístas postmodernas no tienen que ver con la adopción de un camino guerrero, incompatible con la fe y la paz que se profesa. El Wushu no es el resultado de una aspiración religiosa. Ha sido evaluado y desarrollado durante miles de años como un modo de vida en el interior de las sociedades laicas y militares. Posee en sí mismo los pilares de una sabiduría que sobrepasa las estructuraciones teológicas.

Convertir su práctica en un “show circense” puede ser maravilloso a la vista, pero deprimente ante la vastedad ideológica de una civilización milenaria.

Creo que debemos revalorizar nuestras percepciones. Si bien es indudable que este claustro tuvo su punto de apogeo y decadencia. Es también un hecho que tras el incendio de 1928 y la Revolución Cultural, sus fieles pierden gran parte de sus archivos literarios interrumpiéndose dramáticamente las transmisiones orales y escritas. Más tarde, con el advenimiento de la política de apertura y reforma, Shaolin intenta rescatar lo poco que quedaba. No obstante, la exigua minoría de sus sobrevivientes no pudo regenerar las pérdidas sufridas por los descalabros sociales y políticos.

Si decimos –como suele enfatizarse en los círculos oficiales de referencia-, que todo el Wushu bajo el cielo procede de Shaolin (天下武术出少林), no estamos comprendiendo qué es lo que significa el término de Wu (武), ni tampoco de dónde emergieron sus legendarias técnicas de lucha.

En todo caso, Shaolin fue –dentro de la historia de las artes marciales- un punto de contacto con el Wushu y no un centro generador del mismo. Los aportes más importantes en el campo de las artes militares fueron realizados por talentosos generales y eminentes patriarcas del norte y del sur, que supieron evaluar las estrategias de sus antecesores bajo los techos de las sociedades secretas y las cofradías familiares.

Asegurar que los sistemas de combate fueron solidificados con la llegada a China de Damo (達摩) es obviar cientos de años de sublevaciones campesinas, conjuras políticas, derrocamientos dinásticos e incesantes movimientos étnicos. Estos pormenores sociales y los que precedieron a la construcción del monasterio, constituyen -junto a la proliferación de las sociedades secretas y los clanes feudales-, las verdaderas causas del surgimiento de los cientos de estilos de combate.

Como bien nos enfatiza la visión del maestro Wong Yi Man (黄宇文), el mundo contemporáneo necesita una comprensión veraz de los pormenores históricos si no quiere sucumbir en las despiadadas manos del comercio.

Copyright © – Shifu Tony Rey García
Viena 14 de noviembre – 2020

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