Somos sexo. De principio a fin. Nacemos gracias a él, vivimos conforme a él y hasta morimos pegados a unos genitales que jamás nos abandonaron, salvo obligadas, dolorosas o curiosas excepciones.
Muchos de nosotros, además de utilizar los genitales de manera más que satisfactoria, activamos también el más olvidado de los órganos sexuales que existen, el cerebro; aportando imaginación a esa necesidad vital y placentera que, a veces, no se comparte y otras muchas se acelera y nos lleva, como a mí, a escribir escenas, más o menos explícitas, que aportarán fuerza a mis personajes y a las relaciones que se forjan entre ellos.
Bien sea con un triángulo amoroso formado por un dragón polimorfizado en hombre, un ángel custodio y una humana, y que te hará ver el mundo de otra manera. (Saga Draconangelus. Caligrama ed. 2017/2018).
Con Luna Beltrán, que te adentrará en el curioso y gratificante mundo de los productos eróticos, a través de los Tupper-sex, permitiéndote conocer las vivencias sexuales de su protagonista, en forma diario. (La maleta ardiente de Luna Beltrán. Amazon. 2013)
O con relaciones tan pasionales e intrigantes como las de mis personajes gais: Lin y Tony (El secreto de Boommarang. Amazon. 2014) o Daniel y Alain (La playa del Hombre Muerto. Letrame grupo editorial. 2020).
Lo que está claro es que lo erótico complementa y marida a la perfección con el amplio y complejo mundo de los sentidos y, a mí, me gusta transmitirlo y hacéroslo llegar en cada uno de mis escritos.
Tan solo, siéntate, relájate, lee y disfruta de ello.
Miss K.