La imagen de portada no ha sido elegida al azar.

La editorial (el departamento de Gráfica) me propuso elegir una fotografía sobre la que trabajar, pero no encontré ninguna que me cautivara lo suficiente como para seleccionarla. Las imágenes de madres e hijas eran todas de sonrisas, abrazos, caricias y besos: justamente lo que no es frecuente en las relaciones familiares con narcisistas de por medio.

Entonces me puse a buscar otras obras de arte: pintura y escultura. Y llegué a Mary Cassat (hablaré de ella en otro post), con sus maravillosas obras impresionistas.

Esta obra  está pintada a pastel sobre papel gris y mide 64.1 x 80.3 cm. Su casa ahora es el  Museo de Brooklyn (en Nueva York, claro).

Me pareció que describía el narcisimo materno porque la madre peina a la hija -un cuidado- al mismo tiempo que le sujeta la cara con su mano, algo innecesario porque la niña tiene los bracitos cruzados sobre su regazo. Y luego estaba el espejo tan cerca…

Las madres narcisistas parece que te cuidan, pero al mismo tiempo te controlan, te sujetan, te someten.