LAS CROQUETAS DE NERIT

Hola a tod@s!

Hace unos meses que no publico nada, pues tengo otros quehaceres tambien a los que debo dedicarles mi tiempo. Sin embargo quiero retomar un poco esto; darle más vidilla…

Hoy te voy a dejar otro relato al completo; un relato que en principio puede parecer incluso infantil, pero que tiene un mensaje entre lineas… Sobre el borreguismo que tanto impera en esta sociedad.

Creo que es muy apropiado además para estos momentos de la vida que estamos viviendo en este año 2020, con tanta prohibición y sometimiento. Que cada cual se haga a sí mismo un examen de conciencia si lo cree oportuno.

Yo sin duda te invito a tener un pensamiento más exceptico sobre todos lo que está sucediendo en la actualidad, y no quedarte solo con lo que la tv y otros medios de «desinformación» nos cuentan. Salud!!

 

Déjame entrar en tus sueños y otros relatos cortos

LAS CROQUETAS DE NERIT

Había una vez una chica que la encantaba hacer croquetas, comerlas y, por supuesto, compartirlas con sus seres queridos.
Estos de buena gana se las comían siempre. Pero un día, sin darse cuenta, le salió una croqueta con una forma diferente a las demás; todas eran alargadas y esta parecía casi una pelotita de redondita que salió.
Todos comían gustosamente las croquetas, pero esquivaban la que era redonda. Finalmente, en el plato solo se quedó ella. Pasaron los minutos y esta seguía allí; terminó por quedarse fría y solitaria en el plato.
Se puso triste, no entendía por qué a sus compañeras las habían comido tan a gusto y a ella, que nació con la misma ilusión que las demás de ser saboreada por algún paladar, la habían dejado ahí olvidada.
Nerit volvió a por el plato con la única croqueta, se quedó extrañada de que nadie se la hubiera comido, pero no dijo nada y, como se había quedado fría, ella tampoco se la comió.
Pronto se percató de la graciosa forma de esta. ¡Había quedado casi redondita y un poco pequeñita!
La croqueta desde el plato miraba a Nerit, ansiosa de que, al menos ella que la creó, decidiera comérsela. Pero eso no sucedió; fue depositada en la nevera junto a unos restos de arroz de la cena del día anterior, y al lado de un par de ciruelas.

 

Empezó a quedarse más fría y triste, pero de pronto, una de las ciruelas le habló:
—Intuyo una cierta tristeza en tu rostro, ¿qué te pasa amiga croqueta?
Ella se volvió hacia la ciruela para responderle:
—Hoy me pusieron en un gran plato, junto a un montón de compañeras; todas estábamos bien calentitas y sabrosas, pero, por alguna razón, nadie quiso saborearme.
En esto que los granos de arroz oyen su respuesta y le dicen:
—Amiga, no te preocupes. Nosotros estamos aquí metidos desde anoche, porque tampoco nos quisieron comer; ya nos ves con nuestra salsa por encima y bien calentitos que estábamos, pero nos quedamos aquí.
La croqueta se quedó pensativa unos segundos y después respondió:
—Yo no sé si será porque como yo salí redondita y mis compañeras eran todas alargadas, me han visto rara y no me han querido comer.
La otra ciruela habló:
—¡Ah, pues podría ser! Estos humanos son así de complicados, la mayoría de ellos están acostumbrados a que las cosas sean de determinada manera, y en cuanto se las cambian… ya no las aceptan.
—Bueno, al menos no he acabado en la basura, ya que la chica ha decidido ponerme aquí dentro junto a todos vosotros —dijo la croqueta.
—Ella posiblemente sea diferente, no tira las cosas a la basura sin más, si no nosotros tampoco estaríamos aquí —respondieron los granos de arroz.

 

Le agradó oír esto, y más se alegró cuando, al día siguiente, Nerit decidió sacarla de la nevera y empezó a echar a su lado varias croquetas redondas iguales que ella, y también otras alargadas.
Después, Nerit cogió el montoncito de granos de arroz y los juntó con la masa de las croquetas que quedaba y creó otras nuevas, estas de forma aplastada y ovalada.
Finalmente, las sirvió en un plato adornado con lechuga y las llevó a la sala para que las degustasen sus amigos.
Todos comieron las croquetas muy a gusto. Esa vez no quedó ni una sola en el plato.

 

Moraleja 1: Las personas somos como las croquetas; en la variedad está el gusto y no hay por qué ceñirse solo a un tipo de cosa establecida, a una moda, y despreciar lo diferente.

 

Moraleja 2: Si a las personas se les ofrecerían varias opciones como elección, al final cada cual elegiría lo que más le gustase, pues ya no se sentiría «obligada u obligado» a seguir una pauta.

 

Si te animas y quieres apoyarme y leer el libro entero puedes conseguirlo a través de Paypal aquí: Déjame entrar en tus sueños y otros relatos cortos

Dejar una respuesta

  • Más artículos