Las circunstancias personales, a veces te obligan a dejar apartado una parte de tu ser en un rincón oscuro del alma. No voy a hablar de mis circunstancias personales porque ya de penas están llenas las horas de este último año. Pero si quiero hablar de como se inició esta aventura que ha terminado con la publicación de mi libro de poemas «Ensoñaciones al Alba. (Poemas del Troll de Robledo el Cuponero)».
Todo empezó con la presentación del Cupón de la Once en Robledo de Chavela con motivo de los 50 años de la llegada del hombre a la Luna, y la insistencia por parte de Carlos Álvarez para que yo como vendedor del cupón del pueblo hablase en ese acto. El resultado fue el siguiente poema que fue el inicio de todo:
SUEÑOS EN UNA NOCHE
DE VERANO ROBLEDANA
Empieza la Historia del Sueño
con una guerra antigua
la de los Reyes Cristianos
reconquistando Castilla.
Mando el Concejo Segoviano
repoblar la Tierra Vacía,
haciendo que hombres y bestias
arasen las tierras Baldías.
“Quiñoneros Segovianos
Trashumantes de Castilla,
Partir pronto a Robledo
y repoblar sus colinas,
Arar sus fértiles tierras,
sembrar sus Campos de Espigas,
que pasten en sus verdes campos
vuestras reatas cabañas mestizas”.
Dicen las Malas lenguas,
que el rey Felipe el segundo,
embelesado por estas tierras,
alzar Real Sitio quiso.
Pero los indómitos Caribes
de Zarzalejo nativos,
se opusieron con Fiereza
Al singular edificio.
El Rey circunspecto,
al escorial lo llevaría,
que eran Tierras de Robledo
y su Monasterio observaría,
sentado sobre una roca,
que aun hoy sigo sin ver Silla.
En 1626 los Robledanos se unían
al grito de jurisdicción queremos,
y jurisdicción tendrían,
que al Rey así la compraron
y el Rey les concedió ser villa,
Villanos son desde entonces,
sus laboriosas gentes sencillas,
orgullosos de ser Robledanos,
Robledanos por Justicia.
Robledanos, Robledanas,
Castellanos de abolengo,
otrora fuereis segovianos,
y ahora sois madrileños,
con Tamboril y Dulzaina,
el Rondón Robledano Bailemos,
que es Tradición de este Pueblo
el danzarlo en todo festejo.
Ahora otro sueño engarzo,
nacido en otra guerra,
una guerra fratricida,
que asolo España entera.
El año 1938 corría,
aun en plena contienda,
el día 13 de diciembre,
el Estado decreta,
que el día de Santa Lucia,
La ONCE naciera,
y con ella su “cupón pro-ciegos”,
que de tres cifras era,
siendo el 922
el que primer premio diera.
Y desde entonces hasta ahora,
en las plazas de los pueblos,
en las ciudades y villas,
en los mercados y ferias,
va voceando el cuponero,
con su peculiar salero,
“Llevo la Dama y el Nino,
el Galán, el Toro o el Perro,
la mudanza, las banderas,
o el 90 que es el abuelo”.
Con el Cupón solidario,
a solidaridad la ONCE responde,
dando digno empleo a personas,
discapacitadas con o sin ceguera,
que con su esfuerzo y constancia,
reparten cada mañana,
“la ilusión de todos los días”
que es nuestro seña identitaria.
Y un último sueño quiero
en este momento enlazar,
la llegada del Hombre a la Luna,
que desde tiempos atrás,
el hombre ensoñaba
algún día poder alcanzar.
Fue un 20 de Julio el día,
de hazaña tan singular,
1969 fue el año,
en que la nave espacial,
denominada “Apolo XI”,
la faz de la Luna pudo pisar.
Gracias a la antena “Dino”
aquel día se pudo escuchar
al comandante Neil Armstrong
su famosa frase clamar,
“Un pequeño paso para un Hombre,
un gran paso para la Humanidad”.
Pues hilvanando tres sueños señores,
de forma tan peculiar,
logramos explicar este acto,
en donde los tres sueños se dan,
como con lucha y constancia,
con amor y solidaridad,
las historias de sueños se cruzan,
para así poder recrear
la historia de hombres valientes,
la historia de un pueblo leal,
la historia, al fin y al cabo,
de toda la humanidad.
Pues no se extrañen señores,
de que en Robledo se puedan dar,
un sueno de futuro
con nuestra base espacial,
que al pie de la Almenara
los americanos la fueron a situar,
un sueno del presente
en este acto de Hermandad,
entre la Once y Robledo,
y que así constancia quedara,
y un sueno de pasado,
pues no podemos olvidar
que en la Iglesia Parroquial
de la Asunción de Nuestra Señora
sus Dragones nos vigilan
protegiendo a Robledo
de los males del averno.
Y no me puedo olvidar
de ese ser que habita
en la plaza de la Piedita
y que es el Troll Cuponero,
y que hoy les ha querido contar
las historias de tres sueños
de forma tan singular.
Quiero por fin para terminar,
que todos juntos gritemos
Que viva Robledo,
que viva la Once,
y que viva el Troll cuponero,
esto último mas me vale,
a fe mía, por mucho tiempo,
porque si no vivo me muero.