Manos tendidas
En15 octubre, 2020 | 0 comentarios | Sin categoría |

Estiré mi brazo para tocar un mundo que explotaba en una algarabía de carcajadas de niño, graznidos de gaviota y silbidos del viento azotando la costa.

Traté de tomar un pedazo de aquel inmenso cristal azulado que se extendía hasta donde no alcanzaba la vista.

Quise ser parte de un universo en combustión, vivo, desenfadado, lleno de luz, que me llamaba hacia su calor materno.

Sentía la cercanía del sol en la palma de mi mano, pero no alcanzaba a experimentar el tacto de otra piel.

Salí en la búsqueda de un porqué, recordando los abrazos perdidos, recogiendo las caricias rotas.

Un espacio insalvable se interponía entre las yemas de mis dedos y la realidad sugerente con la que ansiaba fundirme.

En mis entrañas crecían cristales de hielo, ya no esperaba encontrar una mano tendida.

Entonces, de la nada, surgió una mariposa que se posó en mi mejilla y, sin apenas darme cuenta, me derramé como mantequilla caliente, igual que un gato buscando las carantoñas de un extraño.

Dejar una respuesta

  • Más artículos