¿Cuán insignificante es un grano de arena?

Separado del resto, reposando inerte en la palma de la mano, no representa más que un pedazo de materia sin apenas trascendencia.

Y aunque podríamos abrir los ojos para admirar la playa, muchas veces no somos capaces de ver más allá de nuestra propia nariz.

Resguardados en una jaula de cristal, nuestro narcisismo, el mundo externo se pierde en reflejos.

Nos volvemos adictos a la falsa protección de sus guaridas.

Lo primero será reconocer que estábamos solos y desvalidos, atrapados por una imagen que no nos permitía avanzar.

Tras ello vendrá un enfrentamiento y una reconciliación.

No conseguiremos crear nexo alguno con la realidad que nos rodea si antes no nos reconciliamos con nosotros mismos.

Es un camino solitario, introspectivo, espiritual, que nadie más puede recorrer por nosotros.

Después, podrás alzar la mirada y contemplar la playa como si esta te guiara hacia la metamorfosis de la existencia.

Sentirás, observando el grano que guardabas en tu palma, que os une el mismo viaje.

Porque cuando uno está aislado de todo lo demás es igual de insignificante que un grano de arena.