El arte no debe imitar a la vida, sino la vida al arte.

Para encarar el sentido de la existencia debemos convertirnos en verdaderos artistas, seres capaces de generar nuevos mundos desde su inventiva.

No hay que confundir retórica inservible con poética esencial; no hay que ensimismarse en palabras y versos, hay que ser palabra y verso.

De nada vale desayunar en tazas con mensajes amables ni perderse en los consejos de un manual de autoayuda.

¿Quieres orden? Haz más ordenado tu mundo. ¿Quieres belleza? Hazlo más bello. ¿Quieres amor? Entonces ámalo.

Es una cuestión de voluntad.

La vida no es racional, para nada, sino emocional. Los sentidos que podemos encontrar en ella solo se alcanzan de forma intuitiva, no intelectual.

A veces es más conveniente dejar de lado toda razón para lanzarse hacia lo desconocido con un pincel en la mano y un lienzo en blanco.

¡Has de ser tu propia obra de arte!

Todos tenemos un espíritu de pertenencia en nuestro interior, un motor que nos empuja a trascender la lógica insoportable de la existencia más insípida.

¡Ese mundo es pura poesía; nosotros, un verso!