Jaque con sabor metálico
En20 febrero, 2021 | 0 comentarios | Artículos |

Un hombre sentado en una silla inclina la cabeza apoyando las palmas de las manos sobre su pelo ceniciento. Es un gesto de desesperada incredulidad, como si con las manos intentase frenar el río desbordado de movimientos, posibilidades y estrategias acumulados durante décadas que en ese momento resultan inútiles. Gesticula. Con asombro contenido niega con la cabeza para sí mismo la derrota. Ese hombre era Garri Kaspárov, el campeón mundial de ajedrez más joven de la historia. Quien le había derrotado «Deep Blue», una computadora.

Era 1997, era la primera derrota directa del hombre frente a la máquina. No una derrota física, una derrota en una lucha de inteligencias. Era el fin de una época. La ciencia ficción nos había advertido que ese momento llegaría. Mantuvimos la esperanza de la supremacía humana, la superioridad del creador frente a su creación con cada victoria de Kaspárov. La derrota en la última partida no fue suya, fue de todos. Sentimos un pellizco de tristeza al ver la desesperación asomar a la cara del campeón caído.

Han pasado tres décadas. La tecnología existente en 1997 nos parece hoy tan primitiva como un carro de caballos. Los avances en inteligencia artificial ganan terreno lentos pero inexorables. Los vehículos autónomos están llegando a nuestras ciudades, los drones (aunque todavía con pilotos humanos) están implantados en las fuerzas aéreas de nuestros ejércitos, los robots, por ahora simples barredoras, han sido admitidos dentro de nuestros hogares. No consideramos que nuestro vecino sea inteligente, su teléfono sí.

Lo que realmente frena este proceso es lo mismo que nos hacía apoyar a Kaspárov, nuestra resistencia como seres humanos a pensar que podemos ser superados, sustituidos. Que seremos inferiores a nuestra creación. Sin embargo, nadie es hoy tan ingenuo como para pensar que tengamos un campeón capaz de derrotar jugando al ajedrez a una computadora. La senda abierta solo tiene un final que ya conocemos: jaque mate.

¿Debemos entonces esperar la llegada de ejército de «Terminators»? ¿La eliminación de la humanidad por parte de una inteligencia artificial que la considere innecesaria sobre el planeta? La ciencia ficción nos ha mostrado muchos futuros posibles. Las máquinas no necesariamente nos superan y eliminan en todos. En una buena cantidad de ellos son nuestros aliados, nuestras compañeras.

Posiblemente sean nuestras máquinas las que conquisten y acondicionen para nosotros los futuros hábitat en el espacio. Ellas nos representarán como emisarios frente a cualquier inteligencia fuera de este planeta, si es que la ciencia ficción acierta en esto también y están ahí fuera.

¿Fuimos derrotados en 1997? El ajedrez no ha desaparecido, sigue vivo. Niños y adultos de todo el mundo lo aprenden, lo estudian y se ponen a prueba sobre ese tablero con sesenta y cuatro casillas. La derrota es una posibilidad indiscutible desde la primera partida, desde el primer movimiento. Es un juego y lo disfrutamos.

Aprendemos de nuestras derrotas. Nos conocemos verdaderamente a nosotros mismo y a los demás en la derrota. La tememos pero es una presencia que gravita junto a nosotros. Es nuestra perseverancia frente a la adversidad lo que nos hace mejores. Las máquinas son máquinas. Nos sustituirán en muchas tareas, es posible, es seguro. Aquel día nuestro paladín fue derribado, la capacidad de cálculo se impuso. Nadie abrazó a Deep Blue cuando anunció su jaque.

Dejar una respuesta