Mi fiel amigo Miedo.

Ahí está, mientras escribo estas líneas desde el salón lo veo en la habitación esperándome con pasión, como cada noche para acercarme sus labios carnosos con ganas de beso. Desde el día de mi primer recuerdo nunca me ha dejado solo. Son todavía muy presentes aquellas noches donde mi padre tenía que dar vuelta a todas las cosas de mi habitación en su busca, sin buen resultado para mi papá por supuesto ya que terminaba durmiendo en su cama.

Durante todos estos años ha ido evolucionando conmigo pero, fue en lo que llaman adolescencia  donde se pertrechó con armas que a veces todavía hoy me superan. En aquella época ni siquiera me daba cuenta de lo que pasaba, estaba muy ocupado «adoleciendo»  y deje que mi querido amigo se pusiese a dirigir importantes empresas de mi vida. En la juventud y la madurez no me atrevía a quitarle el poder,  o mejor dicho estaba cómodo con su consejo. Pensaba que me estaba protegido sin querer ver la verdad, que me había robado cientos de recuerdos que hoy podría estar disfrutando.

Hace poco tuve una conversación de tú a tú con él.  Fue una noche en la que me estaba esperando como hoy, sentado en la cama, sin prisa, mientras pensaba que como siempre yo me doblegaría a sus deseos. No hacía mucho había tenido la pérdida de dos personas fundamentales en mi vida: mi padre que me la dio y, un gran amigo que me enseño a usarla. El recuerdo de ellos me daba ganas de vivir, de hacer todas esas cosas que había postergado, dejando sin argumentos a mi querido Miedo, que no le quedó otra que mostrarse humilde si quería que lo escuchase. Entonces se confesó:

– Para que veas que te quiero me voy a sincerar contigo. El aire que necesito para existir es tu atención. Mi bebida preferida tus lágrimas y mi comida: de primero Frustración con Ira, luego algo de  Depresión Impotente y de postre Culpa. Al igual que tu durante estos años, he aprendido a vestirme. Lejos queda aquel traje infantil de monstruo peludo con ojos rojos, ahora soy más sofisticado. Por el día me puedes encontrar con el traje de Prudencia, algo de Intimidado, siempre fiel a mi perfume de Inseguro y, procurando estar con Soledad o Incomprensión por más que este rodeado de otros amigos. Para la noche mi pijama preferido es de la marca Preocupación, aunque a veces lo cambio por el de Arrepentimiento. Nada mejor para descansar en la cama que preconcebir un futuro apocalíptico mientras me llega el ambientador de Agobio Inquieto con tintes a Decepción que perfuma la habitación.

Algo que me resulta muy extraño es la confianza que me tienes, crees en todo lo que te digo incondicionalmente. No te planteas que soy yo quien ha desperdiciado tu pasado, quien paraliza tu presente, y  quien no te deja soñar con un futuro mejor. A veces me preocupa cuando Imaginación te permite elegir, aunque por suerte, siempre terminas haciéndome caso. Te muestro todo lo malo de las personas que intentan ayudarte, ofreciéndote un vaso de Ansiedad para beber me es fácil disfrazarlos  de enemigos con trajes de Soberbios, Estúpidos o Ignorantes que no saben nada de tú vida. ¿Quién puede conocer tus planes, sueños y circunstancias mejor que yo?

Sé que sabes que mis enemigos son la Audacia del Cambio, la Seguridad en ti mismo y sobre todo la Paz. Aun así sigues diciendo que para vencerme necesitas a Valor, o Suerte, o a Ayuda,  es decir un culpable ajeno. Te enseñé bien ¿eh?, siempre es mejor echarle la culpa a los demás, mira que si te paras y te das cuenta que tú, y solo tú puedes inventar tu vida…

Me enfadé y le retiré la palabra durante un tiempo. Hoy ha vuelto a visitarme, como conté al principio lo veo desde el salón donde escribo estas líneas en el portátil. Es tan listo, tan inteligente y perspicaz, tan admirable como yo, y ha sabido encontrar la puerta por donde volver a entrar. Hoy veo como me estoy esperando a mí mismo