Nos recuerda Marcelo Pakman (2022), con su elegancia y poética natural, que la penumbra es un espacio privilegiado donde podemos trabajar y encontrar posibilidades únicas donde emerge lo inesperado, lo que se encuentra fuera de los márgenes oficiales del pensamiento:

«Lugar de proyección de fantasmas y de pesadillas, la penumbra es también la posibilidad de lo maravilloso, el lugar a explorar soltando la mano conocida y protectora, el camino riesgoso que, como todos, recorrí tantas veces hasta que se hizo un recuerdo persistente y de aparición imprevista, el cielo y el infierno de la niñez ahora exilada que nunca envejece, el lugar de la aventura y el descubrimiento a los que estamos inclinados como una apertura más allá de lo que existe. Pero la penumbra no es un fenómeno de la infancia cuyo pathos va desapareciendo, sino que es parte frecuente de la vida cotidiana, en la cual la oscuridad y la luz absoluta conforman una dicotomía ideal. Una buena parte de la experiencia tiene el color atemperado de la penumbra. Y así como la penumbra se encuentra entre la luz plena y la oscuridad total, lo que está en el proceso de aparecer se halla entre lo que ya existe y lo que no existe» (p. 194) («El exilio del Mesías).

El próximo 24 de febrero, podrás asistir a su presentación como he publicado en post anteriores.