Últimamente escucho de forma alterna “El Madrileño” de C Tangana y “Motomami” de Rosalía. Leo las críticas feroces a ambos en las redes de tanto hater convertido en crítico musical, y me indigna la impostada exigencia de pureza o la necesidad de recordarnos que aquella Rosalía del “Malquerer” era la que todos necesitamos mantener en nuestro recuerdo tras el barbarismo cometido en su último disco. Nos empeñamos en recordar que Pucho sigue “sin cantar ni afinar”.

Pero ambas propuestas son similares, son productos que, a modo de las colchas de patchwork, esas montadas de retales de diferentes telas y colores, al unirse muestran un bello resultado. Un collage, la fusión sin vergüenza de estilos, lenguajes, olores y sonidos, música latina, ecos flamencos, música urbana, experimentación sin pudor. Una joya para la música del siglo XXI, para la producción musical original sin prejuicios.

A quienes dudan de Rosalía les recomiendo en YouTube, la entrevista y los análisis musicales de Jaime Altozano sobre sus dos últimos discos. Este post me viene tras leer esta buenísima columna de Manuel González Molinier, psiquiatra, músico y psicoanalista, otro ejemplo de este posmodernismo renacentista.