“Cuando decimos padre, decimos que es necesario, junto al acto biológico de la generación, un segundo acto, más fundamental, que es un acto de adopción de la vida del niño. El padre se manifiesta con un gesto simbólico de reconocimiento. Sin este gesto simbólico de reconocimiento, no tenemos padre. Este gesto le dice al hijo: «tú eres mi hijo», reconoce al hijo como propio. Pero decir «tú eres mi hijo» significa decir «tengo contigo una relación de responsabilidad ilimitada, que no tiene fin, porque tu llegada al mundo ha cambiado la imagen del mundo ante mis ojos para siempre. Ha cambiado la imagen que existía antes. El don de la paternidad es el don de una responsabilidad ilimitada sin derecho de propiedad sobre el hijo».

Massimo Recalcati, «Léxico familiar», 2018