Mi obra «Entre la espada y la pared» es fruto de cuatro años de grafía esporádica e intermitente. En los respiros que va dando la rutina y las visitas ocasionales de la inspiración, conseguí plasmar algunas de las experiencias que hicieron mella en mí. Incluso, podrás observar la evolución de mi prosa o de mi verso, según concierna, a lo largo de esos años. A pesar de ser consciente de esas disimilitudes, decidí mantenerlas, tal y como en su momento consideré que eran oportunas: he querido conservar esos trazos de inexperiencia, aún pudiendo estas tropezar con la pericia adquirida con el tiempo.

Entre la espada y la pared habla de la vida sin filtros, sin rodeos, en un ataque de sinceridad no improvisada carente de escrúpulos en cuanto a la crítica social. Es una obra que cuestiona, rebate y vitupera lo inmoralmente aceptado. Y es que, pese a mi corta edad la vida ya me ha hecho alguna de las suyas y, aún habiendo salido airosa en muchas de ellas, no quedé impune. Mi juicio me ha quitado la venda y me hizo capaz de discernir, no sin esfuerzo, lo que verdaderamente tiene valor: la amistad, la empatía, la generosidad, la ilusión… Y no lo que políticos, altos cargos y demás personalidades nos pretenden imbuir.

Pero también entre sus líneas descubrirás nuevas formas de amar o, incluso, te reconocerás en algunas de ellas. O, quién sabe, tal vez te ayuden a encontrar otras diferentes. Lo que sí sé es que todas mis historias de amor han tenido un nexo común: me enamoré sin importar las consecuencias, las circunstancias y todo lo que implicaba jugar con el vértigo de otros labios. No aprendí tanto del amor como del desamor. Las heridas que me dejaron sanaron con tiempo y esmero. Cicatrizaron porque empecé a quererme a mí más que al resto.

Si me permites un consejo desde el conocimiento de la que escribe este libro, no te conformes con lo que crees haber leído o entendido, en cada línea siempre encontrarás, al menos, dos significados. Te animo a que te sumerjas en este viaje de sarcasmo, trasfondos y dobles sentidos.

«El libro que no soporta dos lecturas, no merece ninguna». (José Luis Martín Descalzo).

¡Feliz lectura!