– Qué hay más bello que el silencio?- preguntó un pensamiento perdido por entre mis tantas y sagradas soledades.
– Mi canto – susurró el Viento. Mi canto de cambios, de melancolías que llegan antes que las despedidas y de augurios que dejan entrever horizontes lejanos que tu intuición a veces te deja tocar con el alma.
– Dónde me llevas esta vez? – preguntó mi voz con esa dulce sumisión que solo la entrega al Infinito otorga.
– Te llevo allí donde tus alas se volverán águila de nuevo y tu danza, vuelo. Allí donde recordarás que el único limite es el cielo, pero que el cielo no tiene limites. Te llevo allí donde tu pecho volverá a abrirse y tus lágrimas se olvidarán de llorar por batallas pasadas. Te llevo a tu casa, al nido que dejaste, pero que nunca olvidaste. A ti, te llevo a ti, allí de donde huiste cuando temiste recordar.
– Viento, qué hay más bello que tu canto?
– El Camino…
(Camino de Libertad, 3º Volumen)