SIEMPRE AL ACECHO

Perdonad mi abandono del blog de últimamente, tengo otro trabajo por ahí el cual tambien requiere de mi tiempo y dedicación, así como tambien de tiempo para difundirlo, como hago con este mi libro.

En esta ocasión os voy a dejar otro relato, pero como este ya es un poco más largo, no lo pondré entero, ok?

Trata de una planta que vive en un piso y cuenta su vida y las vivencias que alli tiene. Comienza así:

Dejame entrar en tus sueños y otros relatos cortos, siempre al acecho, Sondire Moon

SIEMPRE AL ACECHO

Hola soy Mut, tengo siete años y mido casi dos metros. Sí, así es, por extraño que te pueda parecer, pues soy una planta. ¡Ah! El nombre me lo he puesto yo misma, por supuesto, que yo sepa nadie se toma la molestia de poner nombre a una planta.
Te voy a contar algo sobre mí, pero tienes que prometerme que no se lo dirás jamás a nadie. ¡Bien, verás! Yo no soy como la mayoría de las plantas, yo he desarrollado una extraordinaria facultad entre las demás; puedo mover mis ramas al igual que vosotros, los humanos, movéis los brazos. Sí, la verdad es que somos muy pocas las plantas que conseguimos obtener esta dote, y a mí me ha tocado ser una de ellas. Aunque preferimos no mostrar estas facultades a los humanos. Yo confié mi secreto a alguien; se llama Niki y… no, no es un humano, es un gatito muy juguetón y cariñoso, le gusta jugar con mis ramas y le encanta subirse a la maceta donde vivo plantada, ahí se acurruca y duerme. Yo lo acaricio dulcemente con las hojas de las ramas de mi parte inferior, entonces puedo escuchar su ronroneo.

 

Vivo en un primer piso y estoy colocada en la sala, al lado del sofá y cerca de la ventana. En esta casa vive una familia formada por tres humanos. Bobby es el más pequeño de ellos, tiene siete años, como yo, y es que cuando él nació, Leandro, su padre, me regaló a Medea, su madre.
Bobby es un niño muy sagaz: cuando ve los dibujos animados de las seis y media de la tarde y Medea está en casa, ella le suele preparar la merienda que normalmente él come muy a gusto. Pero hay ocasiones en las que no le apetece demasiado comer y esconde lo que le quede del bocadillo entre mis ramas, para que así Medea no le riña ni lo castigue sin ver la televisión. Quizá sea esa la razón por la que a Niki le gusta tanto cobijarse entre mis verdes hojas.
Medea es quien me cuida: me riega, me sulfata cuando lo necesito y me limpia las hojas, de vez en cuando. Es una mujer muy agradable, sin embargo, no puedo decir lo mismo de Leandro; él tiene la absurda manía de apagar los cigarrillos en mis hojas, lo cual me produce una sensación bastante fastidiosa.

 

Medea es enfermera, unas veces trabaja en turno de día y otras de noche. Su marido, Leandro, es arquitecto y es muy bueno en su trabajo, aunque no puedo decir que en otras facetas de su vida sea así también. Hay algo raro que he visto en él. Sí, porque todas las plantas vemos, no con ojos, como vosotros, pero tenemos otro sistema que es demasiado complejo para explicarlo en este momento, así que lo dejaré para otra ocasión.
Bueno, como iba diciendo, hay algo de Leandro que no me gusta. Todo empezó hace un par de años, aproximadamente. El suele traer a otras mujeres a esta casa. Entonces se acomodan aquí, en el salón y las invita a tomar unas copas mientras ven un rato la televisión. Después empiezan a desnudarse y hacen eso que los humanos llamáis «hacer el amor». ¡En fin! ¡Lo que hay que ver! A mí me parece que esta actitud de Leandro no está bien, pues según tengo entendido yo, a esto se lo llama vulgarmente «poner los cuernos», y sé que, a vosotros los humanos, no os gusta nada que la persona a la que amáis se comporte de esta manera. Sin embargo, Medea aún ignora esta afición de su marido, pero si lo supiera, desde luego que no la iba a agradar en absoluto.

 

Así que tengo que actuar ya, pero… ¿qué puedo hacer? Ella es feliz con él, no sospecha nada. Por otra parte, si no hago algo pronto, él continuará con su estúpido juego; seguirá engañándola y eso no me parece bien. Creo que lo mejor será que Medea se entere, aunque le duela. Ella es muy amable conmigo y no estoy dispuesta a permitir que ese cabrón se burle más de ella. La verdad, resulta curioso esto de poder espiaros a los humanos sin que os percatéis de ello. Sí, es muy entretenido. Para vosotros, las plantas solo somos algo así como un mero objeto de decoración y, ni que decir tiene que sois incapaces de imaginar que nosotras sepamos descifrar perfectamente los acontecimientos que a nuestro alrededor suceden.

 

¡Vaya! Aquí viene Leandro, con el cigarrillo en la boca, como de costumbre, y… ¡uy! viene con una amiguita. Esta vez se trata de una chica con el cabello largo y rizado, de color rojizo. Esta es nueva, quiero decir, que nunca la he visto antes aquí. Pero ¡en fin!… supongo que el numerito será similar al de siempre. Sí, él ha ido a la cocina y ha traído un par de cervezas y unas aceitunas. Acaba de poner una película en el video, ahora se dirige al interruptor para bajar la potencia de la luz.

 

¡Desde luego! ¡Pobres inocentes! Creen que están solos, creen que nadie sabrá jamás lo que pasará esta noche. Pero aquí estoy yo; observando, como todas las plantas hacemos habitualmente, bajo el manto del más profundo secreto, puesto que todavía vosotros, los humanos, a pesar de los cientos de avances tecnológicos, médicos y otros tantos que habéis hecho, aún no habéis descubierto nuestra capacidad de observar, y ¡ojalá nunca lo hagáis! Sin embargo, la madre naturaleza se olvidó de proveernos de boca y lengua u otro mecanismo que nos permitiera poder hablar y así, desde el principio de los tiempos, nosotras las plantas, vamos pasando por este mundo viendo muchísimas cosas, siendo testigos de los más ocultos misterios que, sin embargo, nunca podremos desvelar.

 

No obstante, como ya te he dicho al principio, yo tengo la facultad de, además de ver, poder mover mis ramas, y siento que debo aprovechar esta especial cualidad para hacer algo importante; tengo que pensar alguna cosa.
¡Ey! ¡Creo que ya lo tengo! Sí, ya sé lo que puedo hacer, pero aún tendré que esperar un poquito. ¡Ja, ja! ¡Esto va a ser muy divertido! De momento, aquí sigo observando: Leandro y la chica del cabello rojizo están casi desnudos, sentados sobre el sofá; besándose, mientras él cae hacia atrás abrazando fuertemente ese cuerpo femenino que sobre él se reclina. Ahora Leandro le desabrocha el sujetador y lo tira al suelo, dejando que este vaya resbalando suavemente por entre las yemas de sus dedos; el sostén termina por situarse cerca de donde yo estoy, y siguen besándose y acariciándose. Las bragas de ella comienzan a deslizarse lentamente a lo largo de sus piernas, mientras con sus pequeñas manos recorre la ancha y robusta espalda de su amante, hasta llegar a sus calzoncillos y colocarlos a la altura de los tobillos.

 

En estos momentos, ella se sienta sobre los muslos de Leandro y comienza a mover sus caderas hacia un lado y hacia el otro, al tiempo que asciende y desciende pausadamente. Después… adelante, arriba, abajo, con frenesí. Ambos tienen los ojos cerrados y sus respiraciones empiezan a
acelerarse…

 

¡Bueno, bueno! ¡Basta ya de mirar! ¡Esta es mi portunidad!!…………………………………………………………………….

 

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Gracias de antemano, espero que te guste!! ?

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