Tengo un lugar en el mundo que no es un lugar sino una forma de estar. Es un refugio construido de verdades, de risas y bromas, de algún llanto, de palabras y silencios, de atrevimientos y temores. Tengo un lugar en el mundo que no es un lugar sino una forma de mirar, de vernos y de sentirnos, una forma de encontrarse y de encontrarnos a nosotros mismos, de perderse y no sentirse perdido. Tengo un lugar en el mundo que no tiene muros ni puertas, donde el “yo”tiene más sentido gracias al “nosotros” y donde el “vosotros” lo llena todo, donde “ellos” importan siempre y donde “tú” siempre tienes un sitio. Tengo un lugar en el mundo sin techo ni paredes pero donde nunca hace frío, donde el calor se desprende con abrazos y caricias y donde veo mi reflejo en cualquier punto aun sin cristales ni espejos. Tengo un lugar en el mundo que no está en ningún mapa donde se juntan los recuerdos y los sueños y donde el alma es la que habla y piensa. Tengo un lugar en el mundo que no es lugar sino ese universo que formamos cuando estamos juntos como si no hubiera pasado el tiempo o como si cualquier tiempo siempre empezara en ese lugar. La vida es lo que tenemos delante pero yo tengo ese lugar en el mundo que es el mejor equipaje.