Y cuando estaba sola entre mis pensamientos, postrada sobre el suelo frío de pequeños destellos que me recordaban el color de los narcisos de mi jardín, mientras sangraban mis rodillas suplicando al cielo un camino, ahogada entre lágrimas acaudaladas que se escondían delante de los demás, con tan solo las voces de mis lamentos, apareciste como artimaña del destino, tú, hija del caído, purulenta, endemoniada y ajena a este mundo.
Divina figura que destruyes el paso al andar, que oxidas el aire que respiro, que marchitas la vida al respirar, saliendo desnuda entre las sombras, imponente y sin piedad queriendo hundir mi cordura con tu figura, infectando el alma pura para convertirla en mito de lo que alguna vez fue.
Caminante de la oscuridad, demonio que ataca y ultraja mi corazón. ¿Por qué has decidido posar tu figura sobre mis hombros cansados y tu sombra apaciguada delante de mí puerta? ¿Por qué apareces sin vehemencia y sin pedir permiso y te adueñas de mi libertad?
Te destierro hoy de mi alma cansada, de mis manos adoloridas, te dejo atrás entre los escombros de mi Torre de Babel. A ti demando silencio, a ti señalo con luz de verano dejando atrás tu oscuridad y frialdad invernal. Te destierro de entre mis pinceladas de libertad, te destierro de entre mis lienzos verdugos de mí tortura. Ya no más, ya no posarás tu figura frente a mí, ya no bloquearás mi camino ni tus garras aferrarás al borde de mi puerta.
Pintura: Jenny Hidalgo
Escrito: Jet Hidalgo