A ti llego hoy, a ti llego con mares salados que se desbordan del borde de cristal de mis ojos, entre la intimidad que nos regala la noche, a ti llego con el clamor de una persona desesperada, implorando justica, implorando un sorbo de paz. A ti pido encarecidamente que a ella que estuvo en mis primeros pasos, que me vio florecer, que me vio caer y volverme a levantar des un descanso de tan ajetreada e injusta jornada.
Mujer cansada de trabajo forzoso, mujer agotada de ser violada por tan sanguinarios depredadores, mujer que ha visto partir a sus hijos con el corazón desgarrado y preguntándose si alguna vez los volverá a ver, mientras ellos desaparecen en el horizonte lejano y se convierten en simples fotografías en álbumes viejos y desgastados, imaginando tenerlos una vez más en su regazo y cantar junto a las aves del cielo la canción del agua de la llovizna, la canción del viento en los médanos, la canción de corceles de la llanura.
A ti señor del universo, imploro hoy por esa mujer que me vio nacer, por esa mujer que entre sus cabellos dejó crecer los follajes que sombra en cansados días a mi dieron. Esa mujer de vestidos verdes, de cabello azul entrelazado con la blancura de las nubes, de collares montañosos inundados de nieve, de tierno pecho lleno de vida, de sol radiante y cuerpo caribeño, esa mujer impoluta y aguerrida a la que llamamos Venezuela, a la que llamo mi país, que ha sido arrastrada a la adicción y a la perversidad.
Pintura: Jenny Hidalgo
Escrito: Jet Hidalgo