Ilustración: Jet Hidalgo

Mil ideas, mil palabras en un remolino de pensamientos atascados abruptamente en tu cabeza, donde el caos consigue refugio y la anarquía coge su reinado coronándose a sí misma como la reina del lugar, esa tormenta inagotable, ese torbellino que carga consigo en sus tormentosos vientos, mil situaciones de las cuales muchas veces ni en los sueños se puede escapar, momentos y situaciones que ni la lógica puede conectar pero que, aunque parezca irónico se van convirtiendo en retahílas de historia con sentido y lógica absoluta, con un sentido de perfección casi ilusoria. Muchos podrán creer que solo existe un mundo, un solo universo, un solo entorno entre tiempo y espacio, más yo prefiero creer que existen muchos más, que allá en las afueras de un mundo en tinieblas existen miles de mundos que nuestras poco evolucionadas mentes no han podido aun observar, donde infinidades de ventanas y puertas se abren como abanico ante un mundo en decadencia, donde los rayos del sol jamás dejan de brillar, jamás dejan de iluminar nuestro camino, nuestra alma.

Esos mundos llenos de entes que a tu alma calma y tranquilidad dan, que llenas el frasco endeble de tu corazón casi marchito de un color verde esmeralda de esperanza, de sueños, de alegrías sin igual, que deconstruyes y construyes una y otra vez para alguna lógica encontrar, para al fin paz a tu vida dar, y aunque llena de surrealismos y de magia que sobrevuelan sobre el rostro, y donde diminutas esporas de polvillo brillante caen suavemente sobre tus rosadas mejillas, inundándolas con rocío de luz, con rocío de paz, viene a entregarte el inmenso placer y regalo de la libertad, descubriendo así que todas esas cosas siempre estuvieron en tu corazón, tu alma y tu mente, aunque por miedo jamás deseaste que florecieran, allí están y siempre estarán para al fin en el largo camino de descubrimiento personal encuentras la tan anhelada paz.