De la incomodidad como necesidad para el cambio terapéutico
En23 febrero, 2022 | 0 comentarios | Sin categoría |
Siempre que sufrimos una situación de incertidumbre, de incomodidad ante lo ajeno, salimos de los espacios de confort que tenemos establecidos para nuestra seguridad. Hablamos, por tanto, de esos senderos conocidos por los que transitamos habitualmente y donde podemos descansar, sin alterarnos, al saber que nada extraño o diferente aparecerá para inquietarnos. Sabemos también que esta comodidad nos aleja de la vivencia directa del aquí y ahora, nos mantiene exiliados de la experiencia del contacto, del vértigo ante el otro. Si trasladamos esto a la tarea psicoterapéutica, debemos recordar cuán importante resulta esa emoción que surge en el acercamiento a lo ajeno, cuanto más extraño, así como la necesidad de experimentar los sentimientos de inseguridad, incertidumbre o incomodidad que son el preludio del cambio, tanto en los pacientes como en nosotros mismos. Mi querida amiga, Corina Ahlers (2022), nos lo recuerda bellamente en un artículo recientemente publicado:
«Convivir con personas que tienen un sistema de valores ajeno al nuestro nos incomoda. Nos hace sentir inseguros y expuestos a lo que viene, sin nosotros tener un control. Esta experiencia interior, si no la negamos, es un motor de cambio personal y, por lo tanto, social. Cuantos más seamos los que hemos vivido la experiencia personal con mundos ajenos, complicados, difíciles, menos nos puede superar el racismo de aquellos que no lo quieren aceptar. Dicho en clave terapéutica: hay que empezar despacio, paso a paso. En vez de ignorar el malestar de vivencias en el momento indescifrables, debemos aprender a sentir nuestra lucha interior por entender sin entender, igual que lo hacemos con el esquizofrénico que alucina» (p. 42) (En «Familia y cultura, diálogo en el límite. La vida privada contiene una posibilidad política de cambio». Revista Mosaico, nº 80).
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