Las críticas al falocentrismo y a lo masculino como origen y sujeto en el psicoanálisis freudiano se hace patente gracias al trabajo de una importante hornada de mujeres psicoanalistas. Cuestionaron conceptos medulares enunciados sobre la subjetividad de lo femenino en el psicoanálisis ortodoxo, por ejemplo: la envidia de pene, el objeto del deseo, el masoquismo femenino, la pasividad, la insuficiente sublimación, entre otros; y resituaron la subjetividad femenina en un lugar digno y justo. Destaca Jessica Benjamin (1988) que, en «Lazos de amor», señala: “Cuando el sí-mismo sexual está representado por las capacidades sensuales de todo el cuerpo, cuando la sede del placer es la totalidad del espacio entre, fuera y dentro de nuestros cuerpos, el deseo va más allá de los límites del falo imperial y reside en las playas de mundos interminables” (p. 163-164, Benjamin, 1988).