«Convertirse en padre o madre implica necesariamente asumir ese lugar incómodo donde no es posible ser aplaudido. El buen hacer verá sus efectos con el paso del tiempo. Si la crianza es amorosa y firme, los hijos amarán a sus padres después de haberlos confrontado y de haber luchado por su propio espacio. El tiempo dará la razón al tipo de crianza que los padres hayan sabido implementar, pero, hasta ese momento, aparecerán periodos complicados donde ambos progenitores dudarán de lo adecuado o correcto de sus conductas, de sus normas y de sus resultados. No hay paternidad/maternidad perfecta, incluso podríamos afirmar que no existe mayor riesgo en la vida de los hijos que en los padres exista esta suposición, si creyéramos en esa deseada perfección. ¿Por qué? Porque la vida no se entiende ni se experimenta desde las certezas, sino que la existencia humana se organiza siempre desde la más plena incertidumbre» (De Pablo, 2023).

(En «Rastros y huellas en las fronteras de la psicoterapia sistémica», Tomo I. Rastros; próximo a ser publicado).