Una luchadora, eso es lo que eres, Nani. Así me llegaste, pero te fuiste de la consulta con otro título más. No sabías que lo tenías, pero tú también eres Princesa.
Naciste en una familia extraña, a la que tú misma le diste el nombre «desestructurada», aunque tu infancia fue feliz, porque tus abuelos se quedaron contigo hasta que fuiste mayorcita.
Te he visto tan consciente de ti misma, tan entera, tan enérgica… Y cuando me has enseñado el mensaje que tú misma te has escrito en el móvil para recordártelo, no he podido aguantar el deseo de tenerlo y compartirlo para todos los que dudan de que una Princesa puede llegar donde quiera. Me has dado tu permiso y aquí está.
Como eres tan reflexiva, has indagado en tus orígenes, y has sabido casi desde el principio que el malo no era papá, al que preguntaste cuándo fue el momento en el que perdió su hombría. Por eso lo sabes casi todo de él, y también de ella.
Ahora tenemos que esperar, pero cuando empecemos con los grupos, descubrirás que no eres una Princesa aislada, y verás cómo tus compañeras te transmitirán lo mucho que te pareces a ellas.
Y ya no te sentirás tan sola.