Suspendidos en el segundo previo
a tocarse,
a sincronizar los latidos
y amarrar el sueño.
Encerrados por la eternidad
en la perturbadora historia
del quizá.
Dos manos que se buscan
en dimensiones paralelas
que se anhelan y se ahogan
en la misma espera
que les mata y alimenta.
Un destiempo
de querer y no poder,
de poder y no querer.
De vivir pensando
que podemos ganar
cuando al nacer
comenzamos a perder.