A un mismo tiempo:
el sí del latido
y el no descreído
del orgullo del noble
que miente.
A destiempo:
el amor suspendido
en el aroma
del escuchar constante
de voces equivocadas.
El quizá dudoso de la felicidad,
el roce eterno de la caricia
que quiso y no tuvo a quién hallar.
El amor eterno, inacabado e indeterminado.
Perfecto, incumplido,
justo en medio de esas manos
que se prometieron todo,
en el silencio
que hoy gritamos a coro.
Un amor muerto en vida
y que vive en la muerte.
El secreto de un Teruel
que vive los amantes
que no pudieron ser.