Sentimientos encontrados
En28 febrero, 2019 | 0 comentarios | Esparcimiento | Etiquetas:

A partir de diciembre del 2018, tras varias décadas de mantenerse cerrada al público la residencia oficial de Los Pinos abrió sus puertas a todo aquel que quisiera echar un vistazo a un universo secreto para la mayoría de los mexicanos.

Un acontecimiento como el sucedido el pasado diciembre era una ocasión especial para que Juan Jimenez Martínez decidiera ocupar un día de su fin de semana para visitar la zona de Los Pinos. Ese domingo, como muchos otros, se levantó y desayunó con calma, disfrutando cada bocado que llevaba a su boca. El lujo de desayunar tranquilamente, difícilmente lo tiene entre semana, por eso es que los domingos disfruta mucho ese momento que sólo le pertenece a él. Una vez que concluyó sus alimentos, se atavió con algo cómodo que le permitiera soltura y comodidad para caminar.

Viviendo en Valle de Papantla en Ecatepec, comenzó su recorrido tomando el metro Olímpica y después de varios transbordos en San Lázaro y Tacubaya, finalmente llegó a la estación de Constituyentes. Al llegar a la zona de los Pinos, lo primero que observó es el gran portón verde de hierro forjado que da acceso a todo el conjunto. Tan solo el portón  da una buena idea de la grandiosidad que guarda detrás de él. Al pasar por este acceso le invadió un sentimiento de felicidad y libertad por el hecho de adentrarse a un mundo completamente ajeno a él. Se sentía como un niño travieso logrando escabullirse de la mirada acusadora de algún adulto después de conseguir su cometido.

Desde que inició su recorrido se topó con la belleza del paisaje enmarcado por los majestuosos jardines, cuyos colores se combinaban con los trajes verdes y azules de los militares y policías que custodiaban la zona. Todo le que vio le pareció espectacular. Los carros utilizados por algunos de los ex-mandatarios, el recorrido por la avenida de los presidentes, en donde se podía apreciar monumentos de todos los ex-dirigentes de México desde Lázaro Cárdenas hasta Enrique Peña Nieto. El paseo de la Democracia le pareció agradable y allí se detuvo a observar  los bustos de algunos hombres y mujeres ilustres de la nación como Melchor Ocampo, Salvador Nava Martínez, Manuel González Morin, José Vasconcelos, Carlos Castillo Peraza y Amalia González Caballero de Castillo Ledón, entre otros.  En sus adentros recapacitó en el hecho de que solo habían considerado a una mujer para ese espacio, pero no le dio mayor importancia al incidente, porque había muchas cosas por ver.

Al entrar a las diferentes casas y espacios diseñados para algunos presidentes, Juan pudo sentir el carácter filosófico y pragmático de los diferentes mandatarios. Estando en la casa diseñada para Lázaro Cárdenas sintió cierto calor de hogar, si bien algunas habitaciones tenían la naturaleza fría de una oficina, otras mostraban ciertos aspectos íntimos de familia.  En el espacio de Miguel de la Madrid todo era impersonal e invitaba a realizar negociaciones. En la casa diseñada bajo la visión de Miguel Alemán, todo es magnificencia; habitaciones inmensas, espacios pulcros y luminosos. La mayor parte de la casa está completamente vacía. Sin embargo, todos los espacios diseñados hablan del esplendor que debía tener cuando estaba habitada. De las curiosidades de esta casa eran el cine y el búnker, que Juan difícilmente pudo imaginar que estos recintos estuvieran allí. El cine le pareció de lo más cómodo e íntimo, un lugar para apartarse de todos y disfrutar de una película al antojo del momento. En el caso del búnker, Juan creyó que era un espacio más de reuniones de gobierno que de salvaguarda. No le pareció especialmente adecuado para proteger al dirigente de un país en caso de peligro… Pero el personal que le explicó la utilidad de este espacio estaba realmente convencido de la efectividad del mismo.

Con cada paso que Juan daba por Los Pinos se adentraba a un mundo reservado solo para él.  Llegaban a su mente como oleadas de agua fresca, una serie de fantasías que lo situaban como dueño de aquel lugar por un día. Se divertía con la idea de gozar de todo lo que se encontraba allí. Se veía en la gran terraza de la casa de Miguel Alemán, admirando el paisaje y bebiendo una taza de café, o mejor aún… ¡Organizando una gran velada con sus amigos! Toda su familia estaba rodeada del ambiente de ese lugar; todos reían y disfrutaban de la casa y sus alrededores. Los más pequeños de su familia corrían a través de los pasillos y subían o bajaban a su antojo las enormes escaleras. Podía vislumbrarse haciendo recorridos matinales entre las diferentes veredas rodeadas de jardines y fuentes. La imaginación de Juan voló durante gran parte de su visita. Estaba seguro de que los jardines y la infraestructura de ese lugar no le pedían algo a otras mansiones del mundo, que él había podido conocer gracias a varios reportajes que había visto por televisión.

Al finalizar su recorrido por Los Pinos, Juan se sentía orgulloso de la grandeza que puede generar México; de la historia que guarda este sitio, pues a final de cuentas, Los Pinos indudablemente enmarca una parte importante de la historia contemporánea de México, pero… No pudo extraerse de experimentar sentimientos encontrados, al reflexionar sobre la situación de pobreza y agobio que viven millones de mexicanos. El contraste entre lo que veía en ese lugar con respecto a otros sectores de la ciudad de México, le pareció absurdo e insultante. Ahora se preguntaba ¿Qué hacer con todo lo que acababa de admirar? Porque todo ese legado representaba la opulencia de unos cuántos sobre la miseria de muchos. Comenzó a recordar algunos de los programas de televisión en los que había admirado bellezas similares a lo que había visto con sus propios ojos en Los Pinos. Llegó a la conclusión de que necesariamente la grandeza y la belleza, vienen acompañadas de su contra-parte, la mendicidad y la falta de estética.

Enseguida, él dudó sobre cual de estos dos sentimientos debía abrazar… En ese instante, decidió quedarse de momento con el placer de estimar la opulencia y grandeza de México y, mañana cuando regresara a su cotidianidad a enfrentarse con su realidad… Mañana sólo el destino sabe lo que él pensará y experimentará.

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