“Hay algo sólido en el odio. El odio implica siempre que de un lado está el puro, el que odia, y del otro el impuro, el que es odiado. El que odia se constituye en su odio y, lo puro, para existir, para ser sólido, necesita siempre de lo impuro. El puro odia al impuro y en su odio se constituye a sí mismo. El que odia vence al miedo, el que odia vence lo impuro”.

En las reflexiones de Massimo Recalcati sobre la guerra, sobre el regreso al pensamiento fascista y sobre la intolerancia, retoma las ideas de Erich Fromm, concretamente de su libro “El miedo a la libertad”, porque el deseo fascista del hombre y de la mujer (presente en todo hombre y toda mujer), surge como una forma de protección ante la insoportable angustia que genera la libertad, la posibilidad de elección. Optar por las cadenas permite calmar la angustia derivada de esa libertad de elegir, añorando el regreso a la seguridad de la tierra firme, como el navegante que parte y en la pérdida de referencias, de asideros, necesita retornar al puerto, aunque ello implique perder su libertad. Recalcati, recordando la reflexión de Nietzsche, habla del síntoma que surge en la experiencia de la libertad: “la nostalgia de la tierra”. Es la nostalgia del suelo, de la sangre, del grupo identitario, de las certezas.

Puede verse el video en: