Intentando seguir las migas de pan que Marcelo Pakman deja por los caminos, siempre una sugerencia y un reto para mí, quise acercarme a los planteamientos del filósofo francés Jean-Luc Nancy (1993) a través de su libro «El Sentido del Mundo». Pretendía ver la posibilidad de poder encajarlos en una propuesta ética y humanista en psicoterapia, donde quedara fuera tanto el escepticismo filosófico como la norma moral adscrita a ideologías o religiones concretas. Leyendo otros textos sobre el autor encontré este párrafo extremadamente sugerente que comparto:

«A Nancy no le interesa un no-sentido nihilista; pero tampoco un sentido insensato. Lo que está en juego es la posibilidad de sentido de sentidos, y esa posibilidad se juega en el pliegue existencial entre el sentido y el sinsentido. Donde podremos siempre ser abordados por la sorpresa y nuestra conciencia corporal se vuelve aguda, podemos ser heridos, mutilados, extasiados y vueltos a herir en esta sorpresa. Quizás, al decir de Deleuze, lo más profundo en definitiva sea la piel y el sentido se viva ya sea como escozor, ya como herida, ya como roce, ya como caricia, ya como golpe, rasguño, magulladura, tatuaje, cicatriz. Quizás también el trasfondo y la superficie anuncien una relación tan estrecha como la piel”  (p. 40. Salinas Araya, 2009).

La propuesta ética surge del efecto del contacto con los eventos que vivimos, ya sea como caricia o como golpe, algo que me toca y que me afecta, la reacción sentida en nosotros.

«Ir en busca de un inagotable sentido que se da, precisa y permanentemente, en su inútil pero tan fértil búsqueda. En el hueco. En la quiebra. Porque «uno se siente siempre como un afuera», como «una tensión», como «la continua conmoción del ser»» (En González Serrano, Jean-Luc Nancy: Ruptura y búsqueda del sentido. 26/08/2021).