Sobre lo aparente en lo masculino
En25 enero, 2024 | 0 comentarios | Sin categoría |
Todos y todas nos representamos socialmente, nos imaginamos mirados por los otros, ensalzados o criticados. Procuramos una apariencia acorde a los estándares sociales de nuestra cultura, de nuestro grupo de referencia, de nuestra disciplina. Pero no nos podemos engañar, detrás están las sombras, nuestras aspectos más vergonzosos o mezquinos. Detrás de cada hombre que se muestra intachable, de cada Aquiles –héroe audaz e intocable-, de cada Ulises que regresa a su hogar y a su paternidad, de cada profesional excelso e admirable, existe también un Torrente, el personaje cobarde y patético que coexiste en nosotros.
El arte del monólogo cómico -cuyo contenido somos nosotros mismos-, por ejemplo, está justamente en presentarnos, desvelarnos, a ese abyecto compañero que está sumergido en nosotros. La hilaridad y el efecto cómico, aparece justo al descorrer el velo que disimula nuestra sombra, nuestros patéticos e infames deseos o actos. Cuando un monólogo nos cuenta cómo, sentados en la taza del wáter, leemos las etiquetas del bote de champú, reímos porque se nos presenta de forma diferida, a través del artista, nuestra imagen triste y conmovedora, nuestra vergonzosa y frágil apariencia. No hay elegancia, no hay épica, solo realidad corporal.
Podemos reírnos porque alguien ejerce de maestro o maestra de ceremonias en la visibilización de nuestros aspectos más ocultos e invisibilizados, más ridículos y absurdos. El éxito de la saga cinematográfica «Torrente» entre el público masculino –que no en el público femenino-, se basa justo en mostrarnos el ser cobarde, egoísta, patético y ególatra que existe en cada hombre y que, no azarosamente, refleja todo lo que nos haría avergonzarnos ante la mirada de los otros. Adiós al héroe épico, al príncipe valiente y al 007 impasible (De Pablo, 2024) (En Notas para un nuevo proyecto)
Me gusta
Comentar
Compartir

Dejar una respuesta

  • Más artículos