De mano en mano va y ninguno se lo queda…
En28 noviembre, 2020 | 0 comentarios | Relato corto |

De mano en mano va y ninguno se lo queda…

 

Como todas las tardes hoy he salido a pasear con Hugo, mi perro border collie por el bulevar de las «estatuas de sal». No suelo salir sin mi cartera por si me apetece terminar la tarde tomando un refresco en una terraza, comprar un helado o llevarme flores a casa. Al pasar por el puesto de flores, no puedo evitar mirar las margaritas blancas recién cortadas. Así que al llevarme la mano al pantalón, para comprar un ramo, escucho una voz que me habla.

—Perdona, estoy aquí—-te hablo desde tu cartera, soy el único billete de diez euros que tienes dentro.—

—-Estoy alucinando o qué me pasa. Miro para todas partes, de derecha a izquierda—- para comprobar que no me están gastando una broma.–

—-Quién me está hablando—-pregunto—-

—-Soy yo, te digo que entré ayer en tu billetera, cuando te sentaste a tomar un refresco en la terraza del restaurante frente al lago.—Pagaste con un billete de veinte euros y te devolvieron diez euros.—- Menos mal que me sacaste de aquella caja registradora, estaba llena a rebosar y olía fatal.—-

—-Y antes de ayer, había vivido en un precioso monedero de una bella joven rubia, que por cierto, enrollaba cada uno de sus billetes, con sumo cuidado y delicadeza, como si se fuera a liar un cigarro de tabaco natural, con cada uno de nosotros. Con un cariño sin igual. Así nos guardaba, nos dedicaba tiempo y nos daba nuestro espacio.–

—Ella sí que olía bien, dijo suspirando.—-—En ese monedero permanecí pocas horas para mi desgracia—-Me hubiera quedado con ella toda mi existencia, a pesar de que esto supusiera el no viajar más de mano en mano, ni ver más mundo, que esas cuatro paredes de tela, en aquella bolsita con estampado de flores, que olía a gloria bendita.

——Vale, vale—-Para ya de hablar—-¿Se puede saber cómo es posible que me esté hablando un billete?—- ¿Te han introducido un microchip y ahora podéis contar por todas las manos por las que habéis pasado?—-Le pregunté—-

—-Voy a comprar el ramo de margaritas para llevarme a casa y no se hable más. Lo siento mucho, pero te vas a quedar con la florista del lago. —- Dios mío, que estoy haciendo, he entrado en su conversación. Esto es absurdo, me estoy volviendo loco o qué me sucede.—

—No puedo hablar con todos lo que me tienen en su poder, solo con los que creen en la magia, en los que creen que todo puede ser posible, y tú, eres uno de ellos.—

Saqué el billete de mi cartera y pagué a la Sra. Begoña con el billete de diez euros, al que ya veía poner cara de pena mientras lo entregaba, al dejarlo posado en la mano de la florista. Parecía un abandono. Al final, me voy a sentir hasta culpable. Se me pasó esa idea unos ocho segundos por la cabeza, para olvidarme de ella rápidamente.

Buenos días Raquel—dijo la Sra. Begoña—-Te he dejado reservado el ramo de tulipanes rojos que me has pedido por teléfono—-

—-Buenos días Begoña, mil gracias de nuevo, es usted muy a amable por reservarme siempre las flores más frescas y hacerme los ramos más bonitos. Es el cumpleaños de mi hermana y estoy deseando llevárselos.—

Raquel sacó un billete de veinte euros y la florista le entregó el billete de diez euros con poderes mágicos incorporados, volviendo así al maravilloso y reconfortante monedero de tela de flores, divinamente perfumado.

 

Yolanda López

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